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   —señora, pero yo lo reservé antes

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   —señora, pero yo lo reservé antes.

   —lo siento muchísimo, señor. la señorita irene que lo atendió confundió las fechas y por eso hizo su reservación cuando ya estaba todo ocupado para hoy.

   soobin resopló. maldita sea, ¿entonces qué se suponía que hiciera? vergüenza sentía. jeongin estaba a su lado, mudo e inmóvil, al igual que el peliazul. qué embarazosa situación. el detalle era que quería celebrar sus seis meses juntos, y pensó que aquel era un buen lugar para ir a cenar. claro que no contó con el pésimo servicio. el restaurante se iba a llevar una tremenda crítica en el buzón de sugerencias.

    —hyung, está bien —balbuceó jeongin—. podemos ir a otro sitio.

   la pregunta ocasionó que el menor se ganara una mirada de pocos amigos por parte del alfa. no estaba bien, y definitivamente no iban a ir a otro lado.

   —no. no sé cómo lo van a arreglar, pero resuelvan los problemas que ocasionan sus empleados.

   la señora de edad que estaba pasando el mal rato por la muchacha que había ocasionado todo el problema, estaba a nada de tirar todo e irse.

   —señor, sucede que...

   —sucede que, si no resuelven esto, voy a tomar una maldita mesa por la fuerza —sentenció soobin.

   el azabache miró a la señora dándole una sonrisa apenada. para ese entonces, ya eran blanco de muchas de las miradas curiosas de algunos comensales.

   ah, ese lado del peliazul a veces desesperaba a jeongin. quería gritarle miles de cosas, pero no lo hacía para no montar más escándalo del que ya estaban haciendo. no arruinaría más su salida.

   —podría razonar con la pareja que solicitó la reserva. tal vez lleguen a algún acuerdo —sugirió como último recurso.

   soobin bufó y, antes de tirarle una última mirada envenenada, se rindió, dándole la espalda y girando su cuerpo hacia la parte trasera del restaurante. por supuesto que esperaría a que llegaran esos otros dos.

   esa zona de busán, sin embargo, no tenía demasiados atractivos, y ese restaurante podría ser uno de los lugares más queridos y concurridos, aunque no fuese lo mejor. por lo tanto, no fue sorpresa ver quiénes eran los dueños de la reservación. la pregunta que soobin y jeongin se hacían en esos momentos era: ¿cuál era el límite de mala suerte que podía alcanzar a una persona?

   —buenas tardes —hyunjin saludó a la recepcionista, sin reparar en el otro par que apenas se había girado para verlo a él y a su conocido acompañante: nada más y nada menos que kim yeonjun.

   el pelirrosa iba vestido casualmente, al igual que su pareja. no parecía ser una ocasión especial, solo una salida. y, claro, soobin sabía que su aniversario ya había pasado, es solo que ellos iban una semana antes que él y jeongin. ¿parecía una competencia también? maldición.

extinción :: soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora