That's Hurt

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—¿Qué juegas?

—Red Dead Redemption.

Jennie tembló al recordar el salvaje viejo oeste. Armas, la guerra de secesión, caballos. Caballos. Los animales, temía a los animales. Podría no tenerle miedo a nada porque todo lo había visto, y ella era una vampira, de lo más longeva, pero siempre le temería a los animales.

—¿Cuál?

—Me acabo de comprar el segundo.—Una bolsa de frituras que era sostenida por sus pechos, una botella de dos litros de Coca-Cola y ese pastel de chocolate relleno de chocolate que les hizo la mamá de la pelinegra, y unas ojeras de muerte.

—¿Y cuántas veces lo llevas jugando?

—Es la tercera vez.

—¿Cuántas veces dormiste entre esas partidas?—Toma las frituras del pecho de la menor y comienza a comer, cruzando sus piernas mientras se sentaba a su lado.

—¿Dormir? Pfff, aquí no existe el dormir.—Jennie torció sus ojos mientras veía a la menor buscar cosas en el celular y después marcar puntos en el mapa del juego, viciada.

Tomó la botella de Coca-Cola, la bebió, y luego comenzó a observar a la menor jugar tan concentrada. Se veía tan concentrada, que no se inmutaría de nada. Comenzó a pellizcar sus piernas, su brazo, y su cuello. No se daría cuenta de que la mordió, succionó su sangre y la convertiría inmortal. Sonrió.

De manera discreta, se acurrucó en el pecho de la menor, que levantó su brazo para abrazarla y al mismo tiempo seguir jugando, y comenzó a buscar el cuello de la menor, escuchándola reír. Iba a morder ese apetitoso cuello, hasta que sintió unos brazos aferrarse a su cintura, y después sintió que se sentó en el regazo de la pelinegra, observó una sonrisa.

—¿Te gusto o qué?

—¿Y qué si es así?—La sonrisa altanera que tenía fue desapareciendo al mismo tiempo que esas manos en su cintura fueron repartiendo suaves caricias ahí mismo.

—Oh... no sé... ¿deberíamos comenzar a salir?

—Espera, ¿yo te gusto?

JiSoo dejó de mirarla para comenzar a evitarla, haciendo muecas, y luego la miró a los ojos.

—Sí... ¿Es raro?

—No, no, cariño... No es raro, ¿por qué sería?—La menor elevó levemente sus caderas, moviendo a Jennie, haciéndola sonrojar. Esa leve fricción entre ellas dos. No le había puesto el ojo a la pelinegra más que para beber sus sangre, pero el sentir esas manos en su cadera, el ver a la menor de cerca, sintió algo diferente.

—A mi mamá le molesta que desde hace tiempo me he sentido de esta forma, por mis amigas, actrices, etc., ella cree que soy hetero aún sabiendo lo de-

—Lamento decirte ésto, pero tu mamá apesta.—Manos viajando, hasta bajar en sus hombros, acariciándolos.—¿A ella qué? Mientras tú seas feliz, no le debes nada a ella.

—Ella me crio, me dio de comer, me dio-

—Necesidades básicas, no le debes nada si ella te hizo sentir incómoda toda tu vida.—Caricias en su mejilla, que hicieron a JiSoo sonreír. Un leve puño impactó en el hombro de Jennie, y devolvió ese golpe.

Sabía el significado del golpe, un golpe de coqueteo. Sonrió, dando un pequeño manotazo, y después la mayor la tumbó en el sillón, dando leves puñetazos en su estómago y vientre, haciéndola reír levemente. Oh, oh...

Ahí recordó que la castaña no sabía de su condición y eso que estuvo a dos segundos de decírselo. Con sus manos intentó subir esos golpes, hasta que por accidente ese puño bajó a su cadera. No.

—Te dolerá hasta el clítoris.

—No, no, no... Jennie, por favor, por tu madre, por tu abuela, por lo que más quieras...

Verla alzar su puño, sonreír mientras mordía su labio inferior, y después el golpe impactó en sus bajos, activando todo tipo de señal de dolor en ella. Sintió que hasta sus bolas se cayeron de tal impacto, y sintió que dejó de respirar.

—¡Hija, nieta, prima, sobrina, cuñada, amiga y ahijada de puta!—Sus manos bajaron hasta la zona afectada, y gritó, llamando la atención de la otra.

—¡No insultes a mi madre!—Condesa del creciente imperio Romano. Jennie volvió a golpear donde mismo a la otra, haciéndola volver a gritar.

—¡No me pegues ahí!

—¡No sabía que eras tan sensible del clítoris!

—¡Yo no tengo vagina, yo tengo pene!—La vampira la miró a los ojos, sorprendida.

—¿Eres... trapito?

—Soy intersexual, carajo.—Jennie corrió por algo frío como hielo, pero solo encontró una cerveza que llevaba en el refrigerador un mes.

Caminó a paso apresurado a ella, acercando la lata a la zona de la menor, que apresurada la aceptó.

—¿Puedo preguntarte algo?—La pelinegra aceptó, chillando, y luego Jennie relamió sus labios.—¿Cuánto te mide?

—No sé, ¿15 centímetros?—La castaña discretamente quitó el pantalón de la menor, y palpó de igual manera. 15 centímetros era considerablemente grande, pero eso no se sentían 15 centímetros.

—¿Segura?—Volvió a palpar, entrecerrando sus ojos de nuevo.—Iré por una regla, necesito saber.

—No, no necesitas.

—Vamos a salir, JiSoo, tengo que saber cuánto le mide a mi pretendiente.—La menor se sonrojó al escuchar sus palabras, y en cuanto se dio cuenta, subió su pantalón, todavía sonrojada













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