Tio (take it of)

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—¡Son trece penes!—Jennie acercó su mano al miembro de la menor, moviéndola, acariciando la punta.—¿Cómo se sentirá dentro?

JiSoo abrió su boca, alegre.

—¿Tendrás trece vaginas?—La vampira sonrió, y comenzó a desvestirse frente a la menor.—Lo mejor será que compruebe.—Le ayudó a quitarse sus bragas, y las tiró por ahí, sintiendo cómo la "menor" la montaba. Su falo rozó con la zona de Jennie, que gimió.

—¿Ya has tenido actividad sexual?—JiSoo negó, bajando su mirada apenada. La mayor la tomó del rostro, obligándola a verla.—Va a ser perfecto, JiSoo.—Relamió sus labios, y acercó a besarla, pero falló. Estaba besando a la tercera pelinegra. Rio bajito, y después se acercó para besar a la verdadera.—Te amo mucho.

Amenazó con meterlo, rozó con su entrada, y la menor sostuvo sus caderas, impidiéndole moverse.

—Jen, antes de todo.—La mayor gimió.—¿Quieres ser mi novia?—Volvió a besarla, ahora con alegría, y sonrió.

—Sí, mil veces sí, JiSoo, acepto ser tu novia.—Y gimió en sus labios cuando sintió toda la extensión dentro de ella.—Éste es mi regalo de cumpleaños.

Dijo, aprovechando que ya era de madrugada.

Dijo, aprovechando que ya era de madrugada

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—Buenos días, novia.—La castaña talló sus ojos, y después vio a la menor entrando a la habitación con una charola y el desayuno, y sonrió, pero dejó de sonreír al oler ajo. Tapó sus fosas nasales.

—¡¿Traes ahí ajo?!—Se pegó a la pared con todo y sábana, tapando su desnudez. La pelinegra la vio, vio su plato, y la miró de nuevo.

—Sí, ¿por? ¿No te gusta?

Jennie pensó, realmente pensó en todas las mentiras blancas que le podría decir a la menor. Desde que su mamá amaba el ajo y eso le arruinó la vida, haciendo que ella lo odie, o que en una aventura en Las Bahamas una cabeza de ajo gigante cayó en su cabeza y le rompió la nariz. Decidió una más creíble.

—Soy alérgica al ajo.—El rostro asustado de la menor se le hizo tan tierno que en ese momento quería abrazarla y besarla.

—Dios, ¿de verdad? No sabía eso, lo siento, soy to—

—Tenemos todo el día para conocernos, amor, y toda la vida.—Palmeó el lado vacío de la cama, pero la menor salió, y regresó sólo con el huevo revuelto, sin el pan con ajo.—Ven aquí que quiero comerte a ti también.

Y no estaba mintiendo.

Apenas llegó la pelinegra, los labios de la mayor se dirigieron a su cuello, dejando un pequeño chupetón. Y ahí realmente lo pensó. Podría morder a JiSoo para que pasara toda la vida con ella. Ser eternas. Sus ojos se iluminaron mientras veía la reciente marca rojiza en el cuello de la menor, y sonrió. Mordería a JiSoo, pero antes de todo, quería saber qué opinaba ella, si valía la pena pasar toda su vida con ella.

Mordió su labio. Eso podía esperar, ¿no? Ahora sólo quería disfrutar que JiSoo le estaba dando de comer y ella no tenía que moverse. Le sonrió.

La pelinegra al notar la sonrisa alzó su ceja, y le sonrió. Jennie juró ahí mismo que su ahora novia es la persona más perfecta del mundo, con la sonrisa más sexy, cálida, y tierna del mundo, todo al mismo tiempo. Relamió sus labios.

—¿Quieres hacer algo hoy que es tu cumpleaños?—Abultó sus labios.—¿Qué quieres hacer, amor?—La abrazó por los hombros, y la mayor sonrió.

—Quedarme acostada todo el día contigo, ¿podemos?—La otra relamió sus labios, y sonrió.

—Vamos a bañarnos y luego volvemos a acostarnos aquí para hacer un maratón de Netflix, ¿sí?—Juntó sus narices, un beso esquimal.

—¿Apoco te quieres bañar?

JiSoo torció los ojos ante la broma.

—Lo del otro día fue porque estaba muy ocupada jugando a Red Dead Redemption, tú sabes, y ahora, vete a bañar, que lo que hicimos ayer realmente nos agotó.—La mayor se levantó de la cama, enrolló la sábana en su cuerpo desnudo, pero luego comenzó a bajarla, mostrándole a la menor todo lo que tenía ahora que habían comenzado la relación. JiSoo rio, y le dio una pequeña nalgada.

—¿No quieres ahorrar agua?—Y un sonrojo atacó el rostro de la pelinegra. Seguía siendo tímida incluso después de sus acciones.—Está bien, regreso pronto, amor.

Y a paso rápido caminó a su habitación para ducharse, esperando que JiSoo haya hecho lo mismo, y ahí volvió a pensar.

Quería que JiSoo tuviera confianza en ella, y eso empezaría con decirle la verdad y más que la verdad. Que era una vampira que hace tiempo quería chupar su sangre, que cada semana convertía a alguien en su esclavo, y que estaba realmente enamorada de ella, como nunca en toda su vida. Ah, y que tenía 1701 años recién cumplidos. Suspiró.

Salió de la ducha, se vistió, y volvió a la habitación de la menor, que tenía una toalla en su mano.

—No te secaste el cabello, ¿verdad?—La castaña asintió, mostrando su pesado y húmedo cabello.—Ven aquí, lo secaré.

No vio la secadora, pero cuando lo hizo, sonrió. Se sentó en el pequeño sillón, frente a JiSoo, y se dejó consentir.

—Mi mamá dice que cuando amas a alguien, buscas protegerlo de todas maneras y a toda costa.—Sentía la toalla en su cabeza, con cuidado, y sonrió. Como pudo alcanzó una mano de la pelinegra, y la besó.

—Yo te cuido a ti, y tú me cuidas a mí, ¿no crees?—Y ambas asintieron, y aunque no se veían, sonrieron, sintiendo la calidez en su corazón.

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