Mala costumbre.- Chiara Oliver.
IMPORTANTE: a ver bueno, buah, en verdad qué vergüenza esto, pero bueno, que me he basado un poquito (prácticamente todo el capítulo menos el final) en mi vida... Tengo los cinco meses narrados bastante disociados y no recuerdo mucho y lo poco que recuerdo no tiene coherencia temporal, así que si algo no cuadra mucho, pido perdón. Ha sido más un ejercicio que me mandó la psicóloga, pero yo he aprovechado para tener capitulito JAJAJAJA. Ahora sí, disfrutad del desastre que fue mi vida <3
Terminaba de prepararse cuando la alarma que indicaba que debía salir de casa, sonó. La apagó con rapidez y, tras coger su mochila en la que ya había metido todo lo que iba a necesitar, se despidió de su madre y se marchó.
Estaba a media hora del edificio en el que estaba haciendo aquel curso de quiromasaje. Ese año no le había llegado la nota para entrar en la carrera de fisioterapia, por lo que optó por empezar a introducirse en aquel mundo de la anatomía con aquel curso.
Subió las escaleras de manera lenta y, en la máquina de café, se encontró a Natalia discutiendo con esta.
Se habían conocido hacía un mes, cuando empezaron las clases. La chica era mayor que ella, once años para ser exactos. Pero habían conectado muy bien desde el principio.
-¿Necesitas ayuda?- Se paró al lado de la morena, sonriéndole.
-Joder, qué susto, Vio.- Bufó, girándose ligeramente y dedicándole una rápida mirada antes de volver a dirigirla a a máquina.- Es que meto la moneda pero luego sale otra vez.- Repitió el proceso, escuchando cómo la moneda volvía a caer.
-Trae, anda.- Cogió ella misma la moneda y, tras rascarla contra la máquina, la metió.- ¿Café con leche sin azúcar?- Preguntó, pulsando antes de recibir una respuesta. Se lo había aprendido de memoria.
-Gracias.- Dejó un beso en su mejilla y cogió el café una vez estuvo listo.
Caminaron hasta la clase de cada miércoles y cada jueves, pues solo iban dos veces por semana. Se sentaron algo alejadas de donde estaba el profesor, pues ambas sabían que iban a terminar hablando de cualquier otra cosa que nada tuviese que ver con la clase.
-Buenos días.- Escucharon el entusiasmo en la voz de María, que llegaba, como siempre, con Alba.
-Yo no sé cómo tenéis tanta energía de buena mañana.- Se quejó Natalia.
-Natalia, son las diez de la mañana.- Se rió Violeta, mirándola con una ceja alzada. Cuando la aludida iba a responderle, se abrió la puerta, por donde apareció el profesor, por lo que cesaron su charla.
No tardaron ni media hora en empezar a hablar en voz baja. Alba y María se juntaron a ellas como siempre y, un poco más tarde, como cada día, apareció Dena.
-¿Cómo estás?- Preguntó la última mencionada cuando se sentó con sus amigas.
-En realidad lo llevo bien.- Se encogió de hombros la pelirroja.- No sé, me lo veía venir, en realidad.
-Es que es imbécil.- Bufó Natalia al recordar el audio de la pelirroja que, llorando, les había contado por el grupo de WhatsApp que tenían las cinco cómo Julia le había contado que se había liado con otra. De eso hacía tan solo cuatro días, y Violeta, para sorpresa de todos, estaba realmente bien.
-Estoy de acuerdo.- Asintió María al segundo.
-Bueno, que es igual, yo estoy bien.- Les quiso tranquilizar.
Pero no, no estaba bien. Después de dos años con aquella chica, sentir que todo había terminado así le dolía. Pero quiso aparentar estar bien. De hecho, lo deseó con tanta fuerza, que consiguió engañarse a sí misma.