Como nunca pero como siempre.

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Como nunca pero como siempre.- Diego Ojeda ft. Loli Molina.


Andaba por las calles de Madrid en piloto automático. Llevaba en aquel estado un mes exacto, y se le estaba haciendo bastante cuesta arriba.

Hacía un mes exacto que no había vuelto a saber de, su ahora, ex novia. Y no sabía si prefería esa distancia que habían decidido tomar, o no. Esa chica era su debilidad, y no podía evitar preocuparse por ella, a pesar de que le hubiese roto el corazón casi sin darle explicaciones.

Fue un día en el que Violeta había recogido a Chiara de su sesión con la psicóloga que, en cuestión de minutos, sintió todo su mundo derrumbarse.

Chiara ya le había advertido que no sabía muy bien qué le pasaba dentro de la relación, pero no supo dar detalles. No supo qué decirle. Y Violeta, con la poca información que había recibido, no pudo hacer nada por cambiar la mentalidad de la chica. Por hacerla sentir como siempre.

Y aquel jueves de noviembre, cuando vio a Chiara salir del edificio en el que tenía la sesión, supo que algo no iba bien. Se encontró con una sonrisa apenas visible, muy tímida, incluso que reflejaba algo de miedo. Y no era para menos, Chiara iba a enfrentarse a algo que le daba realmente vértigo. Nunca se había visto en aquella tesitura, y tampoco sabía si estaba preparada. Pero sentía que era lo que debía hacer.

-¿Cómo ha ido, Kiki?- La recibió Violeta con un abrazo a pesar de sentir su corazón bombear con fuerza en su pecho. Chiara no la estaba mirando como siempre.

-No... No lo sé.- Tragó saliva, quedándose completamente paralizada en mitad de la calle. La gente pasaba a su alrededor pero ella no era consciente de nada. Escuchaba las voces lejanas y sentía que no pertenecía ni a su propio cuerpo.

-¿Me quieres contar cómo ha ido?- Estaba muerta de nervios, y se le notaba. Chiara se dio cuenta y, por primera vez, sonrió de verdad al verla. Incluso estando con aquel estado se preocupaba por ella. Y se le volvió a borrar la sonrisa porque sabía que le iba a romper el corazón. No sabía ni cómo ni por dónde empezar.

-Sí.- Asintió débilmente, empezando a andar y sentándose en el primer banco que encontró. No sabía ni cómo había conseguido que su cuerpo reaccionase a los movimientos.

-Pues te escucho.- Quiso aparentar tranquilidad.

-Yo...- Se secó el sudor de las palmas de las manos en su pantalón, cabizbaja e incapaz de mirar a Violeta.- Hemos estado hablando de ti.- Tragó saliva.- Y de mí. Y...- Se le entrecortó la voz.

-Kiki...- Sonrió, por los nervios.

-Lo siento.- Musitó, rompiéndose por completo.- Lo siento muchísimo.

-¿El qué?- Sonrió de lado al verla así. Sabía lo que venía, pero necesitaba que la otra lo verbalizara. Lo hiciera real.

-Vio...- La miró a los ojos, como queriendo decirle que no se atrevía ni a pronunciarlo.

-Dímelo.- Pidió esta. La otra negó con la cabeza.

-Es que no te atreves ni a dejarme.- Se rió irónica. Estaba empezando a perder la paciencia. ¿Encima era ella la que debía dejarlo por las dos?

-No quiero dejarte.- Aclaró la pelinegra. Aquello sorprendió a la otra chica, que alzó una ceja esperando una explicación.- Necesito... Necesito un tiempo.

-No.- Se negó, firme.

-¿No?- Murmuró con miedo.

-No.- Notó, esta vez sí, sus ojos humedecerse.- No quiero estar en el limbo de una relación solo porque tú no te atreves a dejarme, Kiki.- Le explicó. Quizás era egoísta no darle ese tiempo, o así lo estaba sintiendo la aludida. Pero solo quedaba respetar la decisión de Violeta. Al fin y al cabo, ella también tenía sus necesidades y decisiones.

ONE SHOTS- KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora