Al llegar a la discoteca, no le tomó mucho encontrar a Francisco y Esteban.
- ¿Dónde está? - preguntó Blas, un tanto desesperado.
- Bailando - le respondió Esteban.
Blas suspiró e intentó encontrar al de rulos castaños entre la gente. Su altura le permitía ver fácilmente entre todas esas personas y lo encontró, estaba bailando frenéticamente al ritmo de la canción que sonaba. Al tenerlo localizado, se abrió paso entre la gente hasta llegar donde el ojiazul.
- Juan.
- ¡Blasito! - dijo Juani en un tono animado y en su aliento se persivia un fuerte olor a alchol.
- Ya es hora de ir a casa, Juani.
- Nooo - dijo haciendo puchero como un niño pequeño.
- Sí, ya es hora. Vamos - dijo Blas mientras tomaba el brazo de Juani.
- No quiero irme - respondió Juani mientras intentaba zafarse del agarre en su brazo.
Blas estaba a punto de perder la poca paciencia que le quedaba.
- Juan, ya es hora de irnos. Volveremos otro día, lo prometo, pero ya es muy tarde. Vamos - dijo en un tono ya enojado.
- Bueno… - respondió Juani y el puchero en su cara se hizo más grande.
Blas se rió un poco al ver eso. A veces, en verdad, parecía un niño pequeño. Además, era Juani, no se podía enojar con él.
Los dos volvieron donde se encontraban Esteban y Francisco, se despidieron y cada pareja tomó un rumbo diferente.
En el auto, Blas le puso el saco que había agarrado antes de salir de su casa a Juani. Sabía que el de rulos castaños era muy friolento.
No les tomó mucho llegar a la casa del pelinegro y de inmediato, al llegar al cuarto de Blas, Juani se tiró en la cama y quedó profundamente dormido.
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Holaa
Espero que les guste el capitulo
Gracias por leer
A.v.e