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-Buenos días...-hablo la mujer rubia a la nueva portera del edificio. Era común que cambiarán de portero cada semana. El tiempo más largo que duraron con un mismo portero fue de dos semanas, tiempo relativamente corto para los habitantes del edificio.

-Señorita Stone, no está en la lista...-Avisó la pelinegra.

-Ahh, no estoy en la lista por qué tuve una emergencia de trabajo... -La portera la miro con una cara de sospecha. Mia entendía el porqué, este mundo hace mucho dejo de ser seguro.

-Entonces puede pasar -la pelinegra regresó la identificación a la mujer y la dejo entrar. Era su primer día de trabajo y su segundo día viviendo en el edificio. Jay había planeado que debería conocer a sus vecinos mejor el día de ayer, pero la capacitación y el día de prueba le ocuparon cualquier espacio libre de su agenda de ayer.

El día transcurrió con normalidad, sin ningún doppelganger aún. Solo quedaba una persona en la lista del día. -Francis Mosses...- leyó en voz alta.

-Soy yo... -La repentina voz la sobresalto. No se había percatado del hombre frente a ella. Jay observo con detenimiento al hombre, cabello corto y café, ojos pequeños y afilados, con unas rojas ojeras adornando su rostro. Parecía cansado.

-¿Puedo ver tu documentación?-El hombre le pasó los documentos correspondientes, la identificación y la solicitud de ingreso. Todo estaba en orden. Jay miro al hombre una vez más antes de devolverle la identificación y quedarse con la solicitud. -Todo en orden, puede pasar- Antes de que Jay pulsará el botón de la puerta, un sonido en el cristal le llamo la atención.

-Espera... ¿Cómo te llamas?- El hombre la miro con un ligero sonrojo en las mejillas. - Para desearte suerte en tu trabajo... No suelen durar mucho...- Lo último lo dijo en un susurro, buscando que la chica no lo escuche.

-Jay... Jay Connors, y no se preocupe, me tendrán bastante tiempo por aquí. -Ella trato de tranquilizar al hombre, noto la tristeza en sus ojos. Quizá el saber que la persona que los mantenía a salvo era una de las primeras en sufrir los errores de dejar pasar a un doppelganger era bastante tenso.

-Suerte entonces Jay. -el hombre deslizó una tarjeta de contacto por la rendija de los documentos-Llama a ese número, te regalaré unos cuantos frascos de leche- dicho esto se marchó hacia la puerta, (que Jay previamente ya había abierto) y entró con una gran sonrisa en el rostro.

Leche condensada (Francis Mosses ft. Doppelganger) (Leer desc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora