Omar

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Años antes.

Han pasado algunos días desde que Amelia llego y he sentido una tranquilidad muy grande, al saber que cuando regreso ella está mirando la televisión o leyendo, incluso la he encontrado hablando sola, según palabras de ella: eso lo hace cuando está muy tensa, pero la realidad es que lo hace cuando se concentra en algo, no solo es que sea estrés o algo por el estilo, pero sinceramente pienso que le gusta escuchar su propia voz, aunque lo niegue.

Me encontraba en la hora de la comida en la universidad, estaba en la sala de maestros escuchando como mis compañeros docentes hablaban sobre los alumnos menos aplicados, no quería poner atención, porque no me interesaba lo que decían, pero en cierto momento, un nombre llamo mi atención.

-Hablado con sinceridad, pienso que Alessandro no tiene futuro –dijo la profesora de español.

-¿Por qué piensa que no tiene futuro? –pregunte al instante.

-Porque no pone atención –dijo la profesora- Intento explicarle cómo es una buena pronunciación sobre cualquier palabra y él no quiere entender.

-La profesora Karina, tiene razón –dijo esta vez el profesor de historia. Quiero mencionar que solo nosotros tres, hablamos español, pero cuando llegaban los demás profesores o dábamos clases, hablábamos italiano.

-Yo era de esa manera, cuando estábamos estudiando Italiano –dije mirándolos- En realidad me veo reflejado en Alessandro.

-¿Usted? –pregunto Carlos, el profe de historia

-Si –lo mire fijamente- Si ustedes me hubieran conocido en el bachillerato, no tendrían la fe que tienen en mi –me levante para servirme café.

-Pero usted es muy listo –insistió Karina.

-Que lo sea, no significa que ponga atención, siempre me pasaban los apuntes y yo solo los copeaba.

Los profesores me miraron con una admiración, imagino que en sus mentes pensaban: “Cómo un burro pudo llegar a ser profesor.” Pues aquí está la respuesta. Al parecer no llegaron a imaginar que yo había sido como lo es Alessandro.

El día paso muy lento, como normalmente lo hacía cuando tenían todas sus clases, eso significaba que nosotros como docentes teníamos que estar ahí todo el día.

Al llegar a casa, Amelia se encontraba cantando mientras duchaba (cosa que descubrí desde hace semanas.) Procedí a ir a mi habitación para dejar mi mochila y quitarme la corbata y el saco (en la universidad, era obligatorio el uso de trajo para los docentes) escuche la puerta del baño abrirse y fue cuando procedí a gritar.

-¡La vaca loca! –grite y escuche como se caía algo desde donde se encontraba Amelia, fue agradable saber que la había asustado.

-Tiene cabeza y tiene cola –dijo Amelia asomándose a la puerta mientras sonreía- ¿Cómo te fue, querido? –pregunto mientras entraba a la habitación, para recostarse en mi cama.

-Muy aburrido, pero gracias por preguntar, querida –le dije abrazándola- Los jóvenes cada vez más se acercan al momento para elegir su carrera.

-¿Qué no trabajas en una universidad? –pregunto.

-Sí, pero es mitad universidad y mitad bachillerato –dijo observando cómo se levantaba para mirarme.

-Imagino que das clases que ambos lados –dijo.

-Imaginas bien, querida. De hecho hoy ocurrió algo- comencé a contarle a Amelia sobre lo que los profesores habían dicho respecto a un joven alumno y ella esperaba, para darme su no tan humilde opinión.

-Voy a defenderlo –dijo mientras se sentaba.

-Adelante, querida –imite sus movimientos.

-Alessandro es muy tú, en todos los sentidos –alce las cejas- Bueno, de la forma en que lo describes hace que me recuerde a un tú más joven. Despreocupado, mirando mundo como si fuera suyo.

-Sinceramente, no sé si sentirme ofendido, por haberme dicho anciano o porque estas mojando mi almohada con tu cabello humedo –dije riendo al ver cómo me miraba.

-Agradece que es tu almohada y no tú –dijo levantando una ceja.

-Pienso que la mojada deberías de ser tú y no yo –dije sonriendo de lado.

-Eres un ser malvado Omar Valencia –dijo riendo.

-Deberías de estar acostumbrada, Amelia Montenegro -dijo mirándola, a lo que ella me saco la lengua, algo muy adulto de su parte.

Nos quedamos en silencio, solo mirándonos, a veces quisiera saber qué es lo que piensa, pero sinceramente otras veces, no quisiera conocerla tanto, porque muchas veces me daba una idea de lo que pensaba

Lo que pudo serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora