𝗧𝗔𝗠𝗔𝗚𝗢𝗧𝗖𝗛𝗜. spreen

xvii.

agustina's pov

pasaron varias semanas en las que los dos nos se pasabamos juntos, salíamos casi a todos lados juntos y estabamos cerca todo el tiempo.

—hola reinis, ¿qué haces hoy?—llega anna tumbándose en mi sofá como juan por su casa.

—nada, onda hace rato salí al super porque estaba vacía la heladera y ahora estoy re al pedo.

—mmm—asiente con la cabeza.—los pibes nos invitan a una joda en casa de no se quien, te apuntas?

—bueno dale pero igual voy un rato sólo porque ando un toque cansadita y eso

—cansada de chaparte todo el día a iván, no?—mueve las cejas pícaras.

—cerra el orto—divertida, le aventé el cojín del sofá justo a la cara pero lo detuvo y me sacó la lengua.

—nos vamos a las 8.—sale corriendo a mi habitación.

༄༄

todo empezó bien, como siempre. anna, iván y yo entramos al boliche, riéndonos por cualquier pavada mientras la música retumbaba en el pecho. no sé por qué, pero esta vez estaba más nerviosa de lo habitual, mi cabeza se descontrolaba.

—¿querés algo para tomar?—me preguntó iván, con esa sonrisa que me desarma cada vez.

—sí, una birra está bien—respondí, intentando mantenerme relajada mientras nos abríamos paso entre la gente.

las luces del boliche, ese ritmo fuerte y la gente bailando como si no hubiera un mañana me distraían. pero mi atención siempre volvía a él. iván, con esa seguridad que lo hacía parecer invencible, se abrió camino hacia la barra. anna y yo lo seguimos como pudimos.

—che, esto está hasta las manos—dijo anna, riéndose—. ¿querés que te guarde el lugar o te vas a tirar a bailar?

—voy a esperar a iván, después bailamos—respondí, y me di cuenta de que lo había dicho sin pensarlo, como si mi plan para la noche dependiera completamente de él.

anna levantó una ceja, pero no dijo nada. sabía cómo era yo, y también sabía que no era solo el hecho de que me gustaba iván lo que me tenía así; era más profundo, como una especie de necesidad de estar cerca suyo, aunque me lo negara todo el tiempo.

iván volvió con las bebidas y repartió las botellas de birra. levantamos las botellas en un brindis improvisado y anna ya estaba pensando en ir a la pista de baile.

—bueno, chicos, me voy a buscar a los pibes, ustedes háganse cargo de sus vidas—dijo anna, riéndose y perdiéndose entre la gente. siempre hacía eso, nos dejaba solos como si supiera exactamente qué estaba pasando entre nosotros.

—¿vamos a bailar?—me preguntó iván, acercándose más de lo habitual.

—dale—respondí con un nudo en el estómago.

nos metimos entre la multitud y, al principio, todo era perfecto. la música, el ritmo, las luces. pero entonces, cuando menos lo esperaba, la vi. era alta, de esas chicas que parecen modelos, con el pelo oscuro y una sonrisa que no me gustó ni un poco. se acercó a iván como si lo conociera de toda la vida. y lo peor fue que iván no hizo nada para alejarla. ella se inclinó sobre él para decirle algo al oído, y yo, que estaba a su lado, sentí como si me clavaran un puñal.

—¿quién es esa?—le pregunté, intentando que no se notara mi incomodidad.

—ni idea, agus—me contestó iván con una sonrisa despreocupada, como si no fuera nada.

pero no podía ser "nada". esa mina seguía hablando con él y tocándole el brazo como si fuera lo más natural del mundo. y ahí estaba yo, parada a su lado, sintiéndome completamente invisible. mi cabeza empezó a dar vueltas, y de repente, todas esas inseguridades que llevaba semanas escondiendo explotaron de golpe.

—agus, ¿estás bien?—me preguntó, notando que mi humor había cambiado de golpe.

—sí, sí, todo bien—mentí, porque claro que no estaba bien.

me alejé un poco, porque no soportaba seguir viendo cómo esa chica se le tiraba encima. pero cada vez que intentaba alejarme más, él me buscaba con la mirada, como si no entendiera qué estaba pasando. y yo, que por dentro me estaba muriendo de celos, no sabía si quería que me dejara ir o que viniera a buscarme de una vez por todas.

para colmo, la chica seguía insistiendo. la veía reírse de lo que sea que iván le decía, y aunque él seguía siendo el mismo de siempre, notaba algo distinto en sus gestos. algo que me hacía dudar de todo lo que había estado sintiendo por él. ¿y si yo estaba interpretando todo mal?

—che, voy al baño—dije al aire, sin esperar respuesta, y me fui antes de que iván pudiera decirme algo.

me encerré en el baño del boliche y me miré al espejo. "¿qué estás haciendo, agustina?", pensé. "¿por qué te estás torturando así?". mis manos temblaban un poco, y no era por la birra. era por él. porque, a pesar de que lo había negado durante tanto tiempo, iván me importaba más de lo que me animaba a admitir.

me quedé ahí, respirando hondo, intentando convencerme de que no pasaba nada. de que era solo una chica cualquiera, de que iván no estaba interesado en ella. pero cuando salí del baño, ahí estaba, todavía charlando con esa mina. y yo, sintiéndome cada vez más chica, cada vez más insegura.

—¿agus?—la voz de iván me sacó de mis pensamientos. se acercó a mí, con esa sonrisa que siempre me hacía dudar de todo—. ¿qué te pasa? estás rara.

—nada, ivo, no es nada—intenté desviar la mirada, pero fue inútil. él me conocía demasiado bien.

—dale, boluda, decime. ¿es por lo de recién?—preguntó, y por un segundo, noté que estaba genuinamente preocupado.

—es que... no sé —murmuré, sintiéndome una idiota.

iván me miró por un momento en silencio, y juro que pensé que iba a reírse o a decirme que estaba exagerando. pero no. en vez de eso, se acercó un paso más, quedando a centímetros de mí, y me tomó de la mano.

—agus, ¿vos pensás que yo me fijo en esa mina? —me preguntó, con una seriedad que no esperaba.

—no lo sé—admití, porque era la verdad. no lo sabía.

—boluda, eres mucho mejor que ella, te aseguro que ella no sabe hacer los brownies tan buenos que hacés vos.—dijo, y no pude evitar reírme un poco, aunque estaba a punto de llorar.—por esa y millones de razones más no debes compararte con nadie. sos perfecta así tal cual sos.

mi corazón se detuvo por un segundo.

iván buhajeruk, el mismo iván que hasta hacía un rato estaba charlando con esa mina, me estaba diciendo lo más lindo que alguien me pudo decir en mi vida.

—no te creo—dije, más para protegerme que por otra cosa.

—agus, ¿te pensás que traería a cualquiera a hacer brownies conmigo?—bromeó—. me importás, en serio. y no voy a dejar que pienses lo contrario.

y ahí, en medio de todo el quilombo del boliche, mientras la música seguía golpeando en el fondo y la gente bailaba como si no existiéramos, iván me tomó la cara entre las manos y me besó. no sé cuánto duró, si fueron segundos o minutos, pero todo mi cuerpo se sintió en paz. todo lo que había dudado esa noche, se desvaneció con ese beso.

cuando se separó, me miró con esa sonrisa ladina que tanto odiaba y amaba al mismo tiempo.

—¿te queda alguna duda?—me preguntó, y negué con la cabeza, sonriendo como una tonta.

tal vez, por primera vez en mucho tiempo, había dejado de tener miedo de lo que era yo a lado de otras chicas.

tal vez.. tal vez él acababa de curar una herida.