Películas de terror

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Un día, Peacock se obsesionó con tratar de asustar a Marie, porque no importaba si veían películas de zombies, fantasmas o asesinos, ella siempre se aburría o criticaba a la película por "los estereotipos dañinos hacia los muertos". Con el objetivo de encontrar una cinta que la asustara, recorrió todas las tiendas de New Meridian en busca de una película que no tratara de los temas anteriormente mencionados. Sin embargo, su búsqueda fracasó. El cine de terror no es muy variado.

Antes de abandonar la última tienda, el encargado le dijo que si quería una película de horror original, él podía dársela, pero era ilegal, así que no debía decirle nada a nadie. Peacock sonrió maliciosamente. ¿Por fin lograría asustarla?

Un rato después, en la habitación del Laboratorio 8, ambas niñas se encontraban preparándose para ver la televisión.

— ¿Qué vas a poner hoy, Patricia? — Preguntó con una sonrisa mientras se relajaba en el sofá.

— ¡Una de terror! Hoy sí lograré asustarte. Ya verás — respondió Peacock.

— Ríndete, Patricia. Soy la Skullgirl, no me dan miedo los fantasmas, y también soy una exasesina de criminales, así que los asesinos no me dan miedo. Solo mucha rabia.

— Jeje, ya verás...

Peacock se sentó al lado de la última Skullgirl, quien veía la película con indiferencia, aburrida por la obsesión de su amiga por lograr asustarla.

El largometraje iba bien hasta que llegó a una escena corta pero tan terrible que fue la razón de su prohibición: una rata gigante que lanzaba ratones deformes de sus ojos, los cuales devoraban viva a una chica, mientras la rata gigante ensuciaba toda la habitación con sus fluidos corporales de color rojo.

Marie se sintió asustada y asqueada. No quería ver más. Odiaba a los ratones, les tenía mucho miedo. La escena era más grotesca que Double y más sanguinaria que cualquier muerte que sus ojos hayan visto. Además, a pesar de que le tenía miedo a los ratones, odiaba la violencia animal, así que ver sufrir a esos roedores también la afectaba.

— Por favor, saca esa cosa, Patricia, por favor — suplicó, tapándose los ojos y llorando mientras escuchaba los chillidos y los gritos.

Peacock, sintiéndose culpable por haber provocado tal reacción en Marie, rápidamente detiene la película y abraza a su amiga para consolarla.

— Perdóname, Marie. ¿La película logró asustarte? No fue tan divertido como creía... ¿Me perdonas?

— Yo... yo... sí, sí te perdono. Pero voy a quemar esa cosa — respondió con la voz entrecortada.

— Sí, por favor. Nadie debería ver esa atrocidad. Yo también me asusté. Mejor veamos caricaturas o alguna comedia...

Ambas chicas se quedaron en el sofá abrazadas, arrepentidas de haber visto esa cosa.

Drabbles Peamarie después del modo historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora