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Minho no recordaba exactamente cómo había acabado con Jisung entre sus brazos la noche anterior, pero estaba encantado de tener al omega en su cama totalmente impregnado de su olor y con una de sus sudaderas puesta como pijama.

Tenía uno de sus brazos alrededor de la delgada cintura del omega con cierto deje de posesividad, y no tenía pensamiento de soltarla. Su roommie era un verdadero ángel de admirar normalmente, pero su belleza estando dormido era de otro mundo, y el alfa parecía acabar de reparar en ello.

Ahora bien, Minho sabía que él había tenido que llegar borracho a casa, porque tenía una resaca de los mil demonios. No recordaba ni qué había hecho la noche anterior. Aunque bueno, para eso estaban sus grandiosos amigos: para llamarle a las diez de la mañana un día de resaca.

-¿Qué demonios queréis, idiotas? Tengo una resaca del infierno.

-Madre mía, qué genio. Íbamos a preguntar por Sunggie, no por ti, egocéntrico.-ese era Hyunjin.

Momento: ¿por qué preguntarían por Jisung?

-¿Qué pasa con mi Sunggie?

-¿No recuerdas nada de nada?-dijo Chan, incrédulo. Minho se quedó en silencio, pensando en qué podía haber pasado, porque él no se acordaba ni de haber salido por la puerta de su casa.

-Anoche te lo trajiste con nosotros.

-Y hubo un pequeño percance...

Pequeño percance en el vocabulario de Hyunjin: un gran problema. Ahora Minho estaba preocupado incluso si tenía al omega justo a su lado durmiendo plácidamente.

-Sunggie entró en celo en medio de la fiesta, Minho.-finalizó Chan.

Eso explicaba por qué había amanecido con el peliazul. Y también explicaba por qué el chico olía extrañamente mejor de lo normal.

Y luego el alfa entró en pánico: ¿qué había hecho?

¡Devuélveme mi sudadera! | Minsung¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora