Capítulo 9

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Fue una salida mucho más agradable de Días Felices comparada a la que él mismo se había dado.

Miles se apartó de la terminal, estirándose mientras el fluido salía a borbotones del tubo. Los garabatos rosas desaparecieron de toda la habitación cuando el cable se desenganchó del cráneo de la ocupante con un audible clic.

¿Cuánto daño se habrá hecho cuando se arrancó ese mismo cable de su cabeza?

¿De la de Cream?

Miles se estremeció.

El cristal se abrió y la chica cayó del tubo sobre sus manos y rodillas, temblando y tosiendo. Miles se dirigió hacia ella cuando de repente chilló y empezó a hacer unos movimientos frenticos de rechazo antes de gatear rápidamente hacia los casilleros junto al tubo. Miles levantó una ceja mientras ella trepaba adentro, cerrando la puerta de un porrazo.

"¿Estas... bien?"

Se oyó un grito ahogado, demasiado ronco para que se oyera claramente a través de la puerta del casillero.

"Muy... ¿bien? Avísame si me necesitas. ¿supongo?"

¿Tal vez se sentía intimidada por él? Con sus nuevas piernas ni llegaba al metro de alto y el aún seguía siendo al menos cuarenta y siete por ciento pelo, pero ¿quién sabe? Los humanos eran raros después de todo.

Miles sacudió su cabeza. Él podría lidiar con ella cuando se calmara un poco. Cojeando hacia el tubo, dirigió su atención a la joya que seguía suspendida en su interior.

Familiar. Dolorosamente familiar. ¿Pero de dónde?

Extendió la mano hacia arriba para rozar con las yemas de sus dedos la impecable superficie rosada.

La gema desapareció en un destello de luz, su halo metálico cayó sin apoyo.

Miles retiró la mano, sintiendo el peso familiar de algo entrando en su espacio-bolsillo.

Se miró la mano, tratando de recuperar la sensación, para-

"¡Hola!"

Miles se volteo sorprendido, habiéndose olvidado momentáneamente del otro ocupante de la habitación. La chica se erguía sobre él, ahora vestida con lo que parecía ser un traje negro con una enorme abrigo rojo y amarillo que colgaba abierto sobre ella. Inusualmente para un humano, ella llevaba guantes blancos.

Miles se frotó la nuca, rozando con un dedo el cable que conectaba su prótesis robótica a la columna vertebral. Se sintió débil de las rodillas por un momento.

Oops. Esa será una costumbre que tendrá que dejar.

"Uh, hola. ¿Quién eres?" Mantente agachado, quédate quieto. Ella estaba asustada después de todo, y él no quería que-

La chica lo agarro. Miles aulló cuando fue levantado en el aire, mientras una mejilla lampiña se frotaba contra la suya.

"Oh cielos, ¡eres aún más lindo de cerca!" La chica chilló, con la cara enrojecida de felicidad.

"¡Ah! ¡Bájame!"

¿Qué paso con el miedo? Miles se puso rígido e impotente. El contacto humano era una cuestión preocupante en el mejor de los casos. Si bien la mayoría de los mobianos no eran mucho más fuertes o rápidos que los humanos – a menudo debido a la diferencia de tamaño - su afinidad natural por la energía del caos y su fisiología robusta los hacían mucho más resistentes. Claro, un humano tenía más probabilidades de sobrevivir un traumatismo – su capacidad para soportar el shock era increíble – pero con un mobiano no tenía que preocuparse por algo menor como aplicar accidentalmente unos cuantos cientos miles de newtons de fuerza a sus cuerpos por no haber prestado la suficiente atención al moverse.

Eternal Tails: Mala SemillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora