No te veo

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No estaba segura cuando empecé a ser consciente, pero sé que hay algo que no olvido.

Era ese chico... ese chico de cabellos negro rizo, de grandes ojos tan dulces como chocolate fundido, mirándome como si fuera algo extraordinario. Estaba viva, me sentía cálida y llena.

Sus sonrisa de hoyuelos me iluminaba, apesar que su rostro no era tan definido, es el mismo chico. El cabello y la mirada eran las mismas. Los labios siempre daban las mismas palabras bañadas en miel. Estaba dicha con su precensia.

¡¿Cómo olvidarla?!

Hacía frío, lo sé porque él llevaba esa bufanda. El patrón era rojo escarlata, fino blanco, azul oscuro, fino blanco, rojo escarlata... era tan suave al tacto que me encantaba sentir las motas en la yemas de mis dedos.

La expresión dulce cambió a una disculpa, sabía que tenía que hice, pero yo quería irme con él. No quería apartarme ni un segundo de su cálido brazo.

Sin poderlo evitar, otras manos me hicieron ir hacia atrás, lejos del pelinegro. No quería... Los demás me sumergieron en una intensa fiesta de colores y globos, apesar de ser hermoso no me tranquilizaba.

Desde lo alto de una de las atracciones estuve confundida cuando empecé a dar vueltas y vueltas sin sentido fijo. Pero entre tantos giros le vi caminar lejos, caminaba apacible y despreocupadamente.

A la segunda vuelta sentí que moría... ví su cuerpo caer al piso. Rompí mi garganta al gritar su nombre, me aferré con dientes y uñas a la burbuja que me mantenía en el aire estallando.

Caí precipitadamente sobre una carpa, no sentí el dolor, estaba tan alterada que solo podía repetir el mismo nombre una y otra vez a todo pulmón.

Todos me miraban espantados cuando cuando me levante trastabillando en el proceso. Me acerque a su cuerpo, sus ojos estaban desenfocados mirando al cielo gris, su cabello azabache estaba todo revuelto y pegado a la frente, vi sangre brotar de un costado de sus labios, la sangre ensució su linda bufanda suave.

Volví a gritar más fuerte su nombre locamente al aproximarme a su figura. Él extendió una mano, no sabía si queria que parara o la tomara, solo quería sostenerla. Pero al quedar un metro y pestañear él se desvaneció, solo quedó su bufanda...

Rojo escarlata, fino blanco, azúl oscuro, fino blanco, sangre carmín...

Abracé frustrada la bufanda llorando y meciéndome en el piso buscando su calor residual, estaba devastada. Por algún motivo era consiente que no iba a volver por más gritos o súplicara por su nombre al cielo.

Pero...

¿Cuál era ese nombre?

No lo sé, no lo recuerdo, era un nombre que no existía realmente y solo salía de mi boca exigiendo su precensia.

Percibí que era rodeada por personas, todas con miradas de pena, pero nadie dispuesto a consolar el llanto, solo verme deshacerme. Pegué un grito implorando que volviera. Ya empezaba a extrañar su mirada chocolate y el último recuerdo de él tendido en el piso me mataba.

Al gritar "devuélvemelo" abrí mis ojos.

Reconocí el techo de mi habitación. Había vuelto a soñar con ese chico de nuevo, pero por alguna razón tenia el presentimiento que ya no lo volvería a ver en sueños nunca más...

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Las Fantasías de MeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora