Agradecimientos

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A la abuela Carmen, apasionada de las matemáticas, que, por desgracia, nunca llegue a conocer, pero siempre echaré de menos. A la mujer que hizo que sus alumnos se enamorasen alocadamente de las matemáticas. A la mujer que persiguió su sueño de estudiar en una época en la que era casi imposible en España. A la mujer que se merece más que nadie en el mundo que su nombre aparezca en los libros de matemáticas.

Por eso, le dedico el mío.

Me da pena no haberte conocido, pero más que el mundo tampoco.

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