10.

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Tú… - Tom alzó la vista con los ojos entornados. Se levantó enseguida de las escaleras que daban a la puerta de casa, bostezando y estirando los brazos con despreocupación, me miró con somnolencia. 

-Ya era hora. Me iba a quedar frito aquí con este frío. 

-¿Qué hacías ahí tirado? – se encogió de hombros. 

-No tengo llaves aún. – hum… si lo hubiera sabido me hubiera quedado a dormir en casa de
Georg. ¡Que se jodiera toda la noche ahí, muerto de frío! ¡Se lo merecía por chulo putas! – ¿Por qué has tardado tanto? – caminé hasta la puerta de casa sin parar a mirarle. Estaba tan cabreado que no pensaba hablarle más de lo necesario, no pensaba dejar que me tocara. Llevaba todo el regreso en bus mentalizándome. Tom se arrepentiría de haberme humillado de esa manera frente a toda la universidad, ¡Frente a Natalie! ¿Quién coño se creía que era? ¡Por lo menos podía haber pensado en las consecuencias que A MÍ, me iban a tocar cargar! Se merecía lo peor, se merecía la peor de las humillaciones, se merecía que lo mataran una pandilla de vagabundos y lo encontraran en un contenedor de basura descuartizado y putrefacto como una manzana podrida. – Fui a buscarte después de clase para volver a casa juntos, pero ya te habías ido. 

-¡Mierda! – pateé la puerta con los dientes apretados. Ya no podía contener mi rabia. ¡Y el mamón me seguía hablando como si nada! 

-¿Qué pasa? 

-No encuentro las jodidas llaves. 

-Venga ya. No puedes ser tan estúpido como para perderlas. 

-Te las tiré. Hubiera merecido la pena perderlas si te hubieran dado en la cabeza y te hubieran dejado tonto. – se situó a mi lado, riéndose y yo lo miré de reojo con expresión asesina. - ¿Por qué no te mueres, Tom? 

-¿Qué pasa? ¿Soy demasiado para ti? 

-Si. Una mierda demasiado incordiante y apestosa. – le di una patada a la puerta después de buscar las llaves inútilmente en mis bolsillos traseros, sin resultado. ¿Y ahora que? ¿A esperar a mi madre? ¡A saber cuando vendría, me congelaría fuera! - ¡Tom! ¿¡Que coño haces!? – me revolví entre su asfixiante abrazo. Me agarró por la espalda y me rodeó con su sudadera, cubriéndome el cuerpo con ella, pegándome a él por completo rodeándome los hombros con sus brazos. Se me erizó el vello de la nuca al sentir su aliento.

-Muñeco... – no esperé ni a que empezara la frase. Le pegué un codazo y lo eché para atrás, quitándomelo de encima bruscamente. 

-¿¡De que coño vas!? ¿¡Te crees que porque me halla acostado contigo siete veces y te deje tocarme más allá de lo fraternal tienes algún derecho sobre mí!? ¿¡Te crees que me puedes tratar como una puta y humillarme así delante de cientos de personas!? ¡No eres nadie para hacerlo, Tom, nadie! ¡Ni yo tampoco soy nada tuyo! – por un momento, vi como mi hermano se encogía antes de fruncir el ceño levemente, pero no en actitud amenazante, sino pensativo, frustrado. Apreté los puños frente a él, esperando una respuesta y la más mínima provocación para golpearle. Estaba dispuesto hasta pelearme con él, de hecho, quería pelearme y hacerme respetar, lo deseaba. Venganza. 

Tom se quedó callado, mirando al suelo.

-¿Qué? ¿Ahora no dices nada? 

-Si… - ladeó la cabeza, muy serio. – Han sido nueve veces, no siete. 

-¡Aaahh! ¡Serás imbécil! – le tiré el bolso donde llevaba todos los libros de la universidad a la cara y de un manotazo, Tom lo tiró al suelo como si fuera una molesta mosca, desperdigando todos los libros sobre las escaleras. Respiré hondo. – No… te acerques… a mí. 

Muñeco primera temporada - By sarae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora