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Sergio estaba nervioso, mañana sería el día que cumpliría sus 18.

Con su pecho subiendo y bajando con rapidez, se acomodo en su cama. Se sentía raro, y desde hace un mes, estaba dudando el hecho de ser un alfa. Aún que sonase muy raro, siempre le incomodaba cuando le decían que sería alfa, no se sentía cómodo con la idea y no le gustaba para nada.

Estaba esperando que trajeran a su Maxie, pues solo el lo lograría calmar.

Como mañana se suponía que tendría su primer celo, ambas familias habían comprado un departamento para la pareja y Sergio se encontraba ahí. Tenía que esperar a Max, pero según le había dicho su madre, ya venía en camino.

También tenía miedo, su Maxie solo tenia 16 años. El creía que aún era muy pequeño para eso.

El tampoco se sentía listo, pero lo tenía que hacer, por sus padres, por la sociedad, y por su instinto.

Suspiró, era la única manera en que se podía relajar por ahora. Pero no pareció funcionar.

Se levantó de golpe, estaba inquieto, y al estar sentado en su cama haciendo nada, no ayudaba.

Escucho la puerta principal del departamento abrirse, y mágicamente se quedó quieto, como si el mundo se hubiera detenido.

Escucho murmullos provenientes del living y luego una puerta cerrarse. Todos sabían que las parejas, horas antes de la presentación, necesitaban completa privacidad y debían estar solos, sin excepciones.

Luego vio la puerta abrirse, dando paso a la silueta de Max. El chico estaba sonriendo y se rio al ver la inquietud de su novio.

- ¿Estás nervioso, cielo?- El menor se acercó al mayor, abrazándolo a modo de saludo, sintiendo como movía su cabeza en afirmación.- Ow, no tienes que estarlo amor, hemos estado 16 años juntos.

Sergio dudo si preguntarle unas de las dudas que carcomían sus pensamientos los últimos meses, pero luego se decidió, no debía ser cobarde con su novio. Las relaciones se basaban en confianza.

- Maxie, tu... ¿No te haz sentido... No lo sé.... Raro?- Murmuró observando detenidamente la cara del menor, este estaba con una expresión neutra, claramente pensativo.

A veces Sergio olvidaba que el era el mayor. Max lo hacía sentir tan pequeño, un ser que lo único que necesitaba eran mimos. Algo que no era normal en Alfas.

- ¿Raro?- Preguntó aún con su expresión neutra, Sergio asintió lentamente. Max chasqueó la lengua.- No lo sé, ósea... Me han dicho 16 años de mi vida que seré tu omega y... No me siento cómodo con eso, siento que... Yo soy el que tengo que mandar. Es un sentimiento raro. No creo que los omegas se comporten así... ¿O si?

Sergio se sorprendió, su novio tenía las mismas inseguridades que el.

- ¿Enserio?- Preguntó, sus ojos brillaron y su voz se notaba emocionada.

- Si, ¿Por qué?- Max no entendía lo que pasaba por la cabeza del mayor

- Porque yo me siento igual.

Max abrió su boca sorprendido, para luego sonreír. Abrazando al mayor, para dejarle un pequeño beso en los labios.

Ambos abrazados se dirigieron a la cama y se acostaron en ella.

- Buenas noches, Checo. Mañana será un día largo.

- Buenas noches, Maxie. Duerme bien.- Sergio bostezó. El sueño ganándole al sentir el calor que transmitía Max.

Y antes de que se durmiera completamente, sintió un leve aroma proviniendo de Max. Café con chocolate.

Con ese olor en su nariz y mente, se quedó profundamente dormido.

UnexpectedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora