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—Disculpa, ¿Sabes dónde está el salón 3-B?— Una dulce voz llamó la atención de Rivers, que asintió, apuntando a una dirección

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—Disculpa, ¿Sabes dónde está el salón 3-B?— Una dulce voz llamó la atención de Rivers, que asintió, apuntando a una dirección.— Muchas gracias.

La castaña asintió, siguió leyendo su libro, esperando a Ari.

No la veía desde el viernes donde pasó "eso" y estaba nerviosa sobre cómo la chica iba a compor tarse con ella. Ante todo, no quería que se comportara con ella seca, no quería que la ignorara y no quería que se comportara diferente.
Si ella no lo iba a hacer, tampoco Ari.

—¿Estás leyendo Demian? Es mi libro favorito.

—Es de una tarea de literatura.

—Oh.— La chica frunció sus labios al mismo tiempo que se quedaba junto a Rivers, y ella volteó averla, llamando su atención.

—Disculpa, ¿Necesitas algo más?

—La verdad es que soy nueva y no sé dónde apuntarme.— Mirada baja, manos juntas y postura regida. La castaña recordó cuando volvió a repetir año y todos se sentían atemorizados con su presencia.

Cerró su libro, miró la puerta, verificando que Ari todavía no venía, y tocó el hombro de la chica, que sus ojos rápidamente se guiaron a esa mano.

—Si quieres te llevo, salón 3-B, ¿verdad?

La sonrisa de la chica, más que comenzaron a caminar fue lo que formó un silencio incómodo, y más para la castaña.

—¿Y?— La voz preguntó y Rivers sólo hacía pequeñas muecas con sus labios, presentando la incomodidad.

—¿Cómo te llamas?

—Rocio.

—Yo soy Rivers.— Una risita por parte de la chica, y ahora la castaña bajó la mirada.
Era buena socializando, sólo que no sabía que hacer junto a una chica linda, no quería parecer una completa idiota, o no quería hacer saber eso. Relamió sus labios al mismo tiempo que seguía caminando inundada en un silencio incómodo.

Los silencios con Ari jamás existían porque se la pasaban hablando ambas. Cuando una no quería hablar, la otra hablaba y hablaba para hacer sentir mejor a la otra, sea contando chistes o contando anécdotas graciosas,
y siempre lograban sacarse una sonrisa. Ese día no era así con Rocio

Llegaron hasta el nombrado salón, haciendo a Rivers parar, pero la peliroja sólo la miró.

—¿Crees que podamos comer juntas hoy en el receso? Soy nueva y no conozco a nadie, ¿Puedo?

La boca abierta de la castaña señalando sorpresa, sus ojos gatunos bien abiertos y sus cejas alzadas hicieron a Rocio reír, sacando otra risita nerviosa de Rivers.

―Claro, no hay problema, ¿En qué salón estarás antes de receso?

—No puedo creer que hoy llegué tarde, tuve que entrar por la ventana

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—No puedo creer que hoy llegué tarde, tuve que entrar por la ventana.

Se quejó la bajita, y Rivers solo veía los salones por los que estaban pasando, llamando la atención de su mejor amiga.

—¿Buscas algo?

—El salón 6-H...

—Está por allá, ¿Para qué?

—Hay una chica nueva y la invité a almorzar con nosotras.— Ari sonrió, asintiendo.

—Nuevos amigos, me agrada, te acompaño por ella.— La mayor asintió, y guardó sus manos en los bolsos de su sudadera, caminando con una Ari habladora, que solo hablaba y hablaba sobre su día, haciendo a Rivers sonreír nuevamente.

—Así que entraste por la
ventana.

—No me podía levantar porque me duelen las piernas, no pude caminar por todo el fin de semana.

Había veces en las que la menor no tenía filtro y muchas veces apenaba a la mayor, porque sin darse cuenta, muchas veces contaba cosas privadas de ellas dos.

Muchas veces Ari terminaba contando varias cosas en voz alta, llamando la atención de otras mesas, y siempre terminaba diciendo algo que incomodaba al comensal del lado, haciéndolo marchar. Cosa que ambas encontraban divertidas, y apenadas.
Apenas llegaron, una cabellera roja saltó de alegría al ver a la castaña, quitándose los audífonos para pararse frente a las dos chicas, que las veían con una sonrisa.

―Hola, soy Rocio, mucho gusto.— La peli-café había aceptado el saludo con gusto, sonriendo, y Rivers sonrió más fuerte al ver esa sonrisa, sintiendo de nuevo esas mariposas en su estómago.

—Soy Ari, el gusto es mío.— Volteó a ver a la castaña, que tenía una sonrisa estúpida, y luego la codeó, sacándola de su trance. —Vamos a nuestro lugar, hoy hace buen clima.

Ambas asintieron, viendo a la menor caminar lento, mientras la cabellera roja se acercaba a la castaña? sonriendo picara.

—Oye... A ti te gusta Ari, ¿Verdad?

—¡No, es mi mejor amiga! ¿Por qué lo dices?— Abultó sus labios, entrecerrando sus ojos y alzando sus cejas, y luego rió, volviendo a
susurrar.

—La forma en que la miras es como toda mujer desea ser mirada.— Comenzó a contar. ―Sólo la ves a ella, sonríes en cuánto sonríe, y suspiras cada que ella se mueve, si eso no es amor no sé qué es.

—¿Por qué todos se dan cuenta menos ella?

Ver a Rocio  suspirar, verla fruncir sus labios y luego fruncir su ceño hizo a Rivers repetir su acción.

—Debes decirle.

—A ella le gusta alguien más.

―Dile que tienes un crush con ella.

—Es más difícil de lo que crees.— Rocio rió, y luego volteó a verla.

—Me gustas.

El sonrojo golpeó a Rivers, sus mejillas sonrosadas, sus ojos bien abiertos y sus labios fruncidos, aparte de que comenzó a verificar varias veces si la menor no había escuchado las palabras de la peliroja.

—Me acabas de conocer.

—Eso no me impide estar enamorada de ti, Rivers. —La otra torció sus ojos, y luego resopló.— ¿Nunca intentaste darle celos?

—No le gusto, sería estúpido.

―No sé, juntarte más con alguienpasar más tiempo con alguien, ya sabes... celos en todo su resplandor.

—Esplendor.— Corrigió. ―Y no, jamás.

—Inténtalo...

Ver a Rivers pensar, verla fruncir sus labios junto con su ceño, significa que estaba pensando algo.

—Los celos son algo feo... no me gustaría-

―Vaya, llegamos.― Rocio sentándose a su lado, dejando a una Ari con el ceño fruncido, que se sentó frente a Ari.— ¿Qué dices del poder de los celos?

—Oigan, dejen de secretearse...— Una castaña haciendo un puchero fue más que suficiente para que la castaña empujara a la peliroja a centímetros de ella, y luego Ari sonrió, y Rocio la miró con una sonrisa.

— Una castaña haciendo un puchero fue más que suficiente para que la castaña empujara a la peliroja a centímetros de ella, y luego Ari sonrió, y Rocio la miró con una sonrisa

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ola no puedo dormir gg

𝐃𝐢𝐞𝐭 𝐎𝐟 𝐒𝐞𝐱 || 𝑅𝑖𝑣𝑎𝑟𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora