Parte 8

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Milo y Camus entraron al cuarto donde el pequeño niño sacaba sus juguetes del baúl. Camus le puso una mano en el hombro a Milo y le señaló la casa de muñecos que había a un costado, comentándole que su papá era muy bueno armando cosas de madera, y como a Brendan le gustaba mucho los muñecos de madera, le construyó una casita para ellos.
Cuando el pequeño pelirrojo vio a su hermano y amigo merodear entre sus juguetes, se acercó con algunos de los muñecos, estos eran completamente rígidos, pintados y moldeados, que parecían personas. Milo tomó un pequeño perro que habían armado y un aldeano mayor, mientras que Camus tomó a una mujer.

—Yo voy a tomar a este perro y al señor verdulero —comentó Milo sentándose en el suelo. Camus sonrió ante esto.

—Pues yo tomaré a la mujer, mira que elegante, le pondré....hm "Josefina" —dijo alegremente, también sentándose a la par del niño.

—¡Yo me quedo con este nene grande y el bebé! —comentó Brendan, tomando los dos muñecos restantes. Camus acercó su muñeco al de Milo.

—Buen día señor verdulero ¡qué hermoso día es hoy! —musitó amablemente con una voz algo femenina.

—¡Oh, buen día, señorita Josefina! Es verdad es un hermoso día —se animó también Milo a modificar su voz.

—Un día maravilloso —volvió a hablar Camus y miró a su hermano quien ahora tenía solamente al muñeco del hombre en su mano, dado que el del niño estaba acostado en forma horizontal.

—¡Shhhhh! —susurró el pequeño, Camus y Milo le miraron—. No le digas nada a mami....

—¿Hm? —Camus giró a ver a Milo el cual estaba igual de sorprendido.

—¿Qué está haciendo nene malo? —el niño le dio su propia voz al pequeño muñeco, tanto, que era espeluznante—. ¡Shhhh algo que te gusta! —inmediatamente, como si se hubiera trasformado, el niño choca varias veces el muñeco del adulto contra del niño, quebrándolo levemente—. ¡Toma! Y ahora vamos por un helado.....

—......Pe....pero qué.....—Camus estaba espantado, nunca pensó que su hermano hiciera eso en un juego completamente infantil, algo turbio y agresivo—. No señor Malo —comentó, intentando seguir el juego—. ¡Usted no puede hacer eso al niño!

—Morirás, pum, pum —el pequeño hace como si el señor muñeco tuviera un arma y apuntara a la mujer—. Camuuuuus, ¡tienes que morirte!

—¿Eh? ¿Y por qué?

—Porque te metiste.....—señaló al muñeco más pequeño y luego al más grande—. Entre ellos....

—Sabes Bren, este juego ya no me gusta, ¿por qué no jugamos a otra cosa? —cuestionó Milo, el niño afirmó y se levantó del piso, corriendo hacia el baúl donde había muñecos más grandes—. ¡Wooo, que lindos muñecos!

—Sí, este es un bebé —señaló el muñeco más pequeño—. Y esta es su mamá.....

—Oh, si....—Camus, quien estaba impactado por lo que había visto, decidió pasarlo por alto y continuar el juego—. ¿Mamá llevará al bebé de compras?

—No, mami lo deja con la niñera —murmuró dejando al bebé a un lado y dándole el muñeco de la mamá a Camus—. Ella se va de compras y yo seré la niñera del bebé.

—Oh, sí, cuídalo bien, enano —exclamó el rubio con una sonrisa en sus labios.

—Bebé malo, ¡malo, malo! —Brendan le abrrió las piernas al bebé y empieza a mirar entre ellas—. No tiene pipi, los bebés nenes tienen pipi.

—¿Tiene.....pipi? ¿Qué es eso? —Preguntó Milo a Camus, quien pestañeó rápidamente.

—Creo que habla de la.....cosa.....ya sabes.....—intentó decir disimuladamente.

El anilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora