Parte 7

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Habían vuelto a la escuela hace solo unos días y ya habían realizado el examen de historia. Esa tarde, tuvieron nuevamente historia, y Milo sudaba, no podía evitar sentirse nervioso, aunque lo que más intranquilidad le daba no era sacarse una mala nota, sino, que Camus estaba a su lado esperando. A pesar que no tenía porque sentirse así, creía que, si su calificación era baja, Camus se sentiría decepcionado de él y no podría volver a ir a la casa de este a estudiar.
Cuando se dio cuenta que pensaba en el pelirrojo como un par, giró la cabeza varias veces quitando ese pensamiento. No podía evitarlo, la historia del chico le atraía, más que eso, le interesaba y sentía que al fin había encontrado un igual, alguien con quien abrir sus frustraciones, porque en definitiva, los dos habían ido al psicólogo y por cuanto y tanto, habían pasado por etapas dolorosas en su vida. Probablemente estaba tan inmerso en su mundo que no había escuchado cuando el docente lo llamó para darle el examen, ya la mayoría de sus compañeros estaban afuera conversando sobre cómo le había ido y mostrándose a ellos mismos el parcial, pero Milo continuaba como un idiota sentado en el segundo asiento de la fila de la puerta.

—¡Señor Onasis, no tengo toda la vida para esperarlo! –gruñó el viejo, a lo que despertó a Milo de un grito histérico.

—¿Eh? ¿Quién?

—Aquí señor Onasis, aula 425, lunes 9:30, historia ¿bajó su ensoñación? –el maestro, que solía no abandonar el escritorio por nada del mundo, se paró solamente para entregar el examen—. Ahora lárguese de aquí.

—¡Ah, sí! –Milo tomó la prueba, agarró su mochila y se retiró. Antes de salir le echó una ojeada a la nota.

—¿Qué pasó, Milo? ¿Desaprobaste de nuevo? –preguntó Aioria—. No te preocupes, yo saqué un puto seis, ¿Puedes creerlo? Ese viejo ni siquiera me puso siete por consuelo ¡seis!

—Piensa que al revés es un nueve –intentó animarlo Afrodita, dándole unas palmadas en la espalda.

—Sa.....saqué ocho –tartamudeó, los chicos lo miraron.

—¿Ocho? ¿Estás seguro? –preguntó Mu mientras ojeaba por encima del hombro de Milo.

—Bueno, ocho al revés es ocho, así que creo que si –comentó el joven mientras observaba las preguntas en las cuales se había equivocado.

—Pero ¿cómo le hiciste, viejo? ¿Te enculaste al profe? –preguntó DeathMask sorprendido.

—¡CLARO QUE NO! –gritó Milo y le mostró el examen con las respuestas correctas e incorrectas.

—Wooo, ¡vaya cariño! En serio, en hora buena, realmente no esperaba esto –susurró Afrodita cruzando los brazos y mirando el examen.

—Quien lo diría, con esa cabeza de chorlito que tienes –comentó con gracia DeathMask.

—Yo....yo debo agradecérselo a alguien –Milo le arrebató la hoja a Aioria y sale corriendo de allí.

—¡OYE! ¿A dónde vas? –preguntó el castaño, pero Milo ya se había perdido por los pasillos.

No sabía dónde ir, pero sus pies lo llevaron a la biblioteca. Entró y siguiendo un dulce perfume, encontró a quien buscaba. Camus Verseau estaba allí con su examen, observándolo varias veces, esto sorprendió a Onasis, quien pensaba que Verseau se había sacado un sobresaliente. ¿Si tenía todas las respuestas bien por qué estaba allí? Caminó unos pasos y sonrió un poco, intentando parecer normal, pero el pulso le temblaba.

—¡Hey! –dijo, haciendo que Camus, quien estaba concentrado, tirase unos libros al suelo—. Lo siento, lo siento.

—No, está bien, no esperaba a nadie –recogió los tomos y miró a Milo, que traía una sonrisa—. ¿Pasó algo bueno?

El anilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora