Lo admitía, la hechicería me encantaba, pero era algo agotador, cuando eres mujer tienes muchas más exigencias que cualquier hombre, por Dios, podían ver que estabas dando lo mejor de ti, e incluso, los resultados eran los mejores, pero nunca ibas a tener el reconocimiento que te merecías, esto solo sucedía si ibas del brazo con un hombre de un clan poderoso, o simplemente un hombre poderoso.
¿Había excepciones?, claro que las había, como, por ejemplo, que fueras parte de un gran clan.
Pero no nos vayamos a equivocar, esto tampoco lo resolvía todo, los clanes siempre eran mucho más exigentes con las mujeres.
Conclusión, las hechiceras debemos ser perfectas en todo sentido.
Yo contaba con la "suerte", nótese el sarcasmo, de pertenecer a uno de los cuatro grandes clanes, y aparte de eso nacer con una técnica maldita que no se había visto jamás en mi clan.
—Así que reflejos del alma, eh—mira a mi gran amiga Shoko, quien tenía un palillo en la boca, ya era costumbre de ella traerlo, supongo que para controlar un poco la adicción al cigarrillo que tenía.
Solté un suspiro antes de contestar. —Sí, es algo raro, según los altos mandos de mi clan nunca se había presentado una técnica maldita igual.
—Pues es increíble, puedes hacer de todo. —dijo saltando emocionada. —Solo imagina las posibilidades.
Solté una pequeña risa, gracias a la emoción de mi amiga. —No es tan fácil como suena. —mire la punta de mi dedo índice con una mueca. —Esta técnica tiene tanto sus ventajas como desventajas, las cuales terminan siendo más de lo último.
Ella dejo de saltar para volver a sentarse en mi cama, atenta a lo que iba a decir. La mire un segundo para luego acomodarme y explicarle. —Como sabes no puedo utilizar más de una técnica maldita a la vez, y cada que absorbo una nueva tengo que hacer un pequeño "ritual"—. Hice unas peñas comillas con mis dedos. —Si realizo dicho ritual mal, podría durar semanas sin despertar, además cada que acabo termino agotada tanto mental como físicamente.
—O sea, consumes mucha energía maldita.
—Exacto, y aparte de eso para poder agregar otra técnica tengo que sentir todas las emociones de la persona por un minuto completo, y sonora poco, pero sentir las emociones de alguien más es abrumador.
Ieri, se quedó un rato en silencio, como procesando la información.
—¿Y las ventajas?
La mire antes de llevar mi mano a mi cabeza, para mover mi cabello a la parte de atrás, era una costumbre que tenía. —Pues, las técnicas se acoplan a mí, por decirlo de cierta manera, evolucionan, mi cuerpo busca perfeccionarlas, para que así cuando yo las vaya a utilizar no tenga ningún problema y sea compatible con ellas. —me quede pensativa por un momento. —Y me hace más fuerte.
Ella iba a decir algo, pero fue interrumpida por la voz de mi madre. —Chicas, es su primer día en la escuela de hechicería, no van a querer llegar tarde o ¿sí? —se asomó por la puerta de mi cuarto, la cual se encontraba abierta.
Mire el reloj, que se encontraba en la mesita de noche.
Si se nos estaba haciendo tarde. La noche anterior habíamos decidido pasar el ultimo día antes de entrar a la escuela en mi casa, porque teníamos presente que no estaríamos en nuestras casas por una larga temporada.
Me levante como un resorte, acción que copio mi amiga, para luego ponernos los zapatos que habíamos dejado a un lado de la cama en el momento que nos subimos esta.
Mi mamá soltó una risa para luego irse, no sin antes desearnos un buen día. —Siento que no vamos a llegar a tiempo. — dije mientras me colocaba un pequeño retoque de labial rosado, para luego pasárselo a mi amiga, quien con un sonido nasal me hizo entender que estaba de acuerdo.
—Vamos a tele transportarnos. —la mire pensativa, esa era una técnica que yo manejaba a la perfección gracias a que era uno de los fuertes de mi clan, aparte mi hermano mayor me había enseñado a usarla a la perfección luego de que copie esa técnica de él.
Me acerca a Ieri, para agarrarla de la mano. Y antes de que pudiera decirme algo ya estábamos frente a la escuela de hechicería.
—Tengo ganas de vomitar. —la mire soltando una risa, se me había olvidado que ella no estaba acostumbrada a eso.
—Vamos, rápido. —la jale de la mano, mientras ella se quejaba.
Después de unos minutos quedamos frente al que iba a ser nuestro salón por todo un año, solté un suspiro emocionada, para luego llevar mi mano libre a mi cabeza para llevar mi cabello atrás, cosa que no sirvió de mucho gracias a lo liso de este, no le preste atención, ya estaba acostumbrada.
—Bueno, aquí vamos. —Ieri, no se veía tan emocionada como yo, la entendí, su sueño no era ser hechicera, si no ser doctora, pero estaba obligada a conocer todo lo relacionada con la hechicería así que aquí estaba. Soltó mi mano para acercarse a la puerta.
Mi amiga abrió la puerta de manera rápida, haciéndola tropezar y caer de boca contra el suelo.
Empecé a reírme como una loca al presenciar la escena en primera plana, entre al lugar pasando por encima de mi amiga sin dejar de reír.
Sin poder calmarme le tendí la mano para ayudarla a pararse, dándole la espalda a las personas dentro. Ella la recibió en un gesto molesto mientras se paraba, mis carcajadas aumentaron al ver su frente roja.
—Ya estuvo bueno, ¿No? —hablo molesta, mientras yo intentaba calmarme sin éxito alguno, limpié unas pequeñas lagrimas que habían salido de tanto reírme, y solté las ultimas carcajadas, aquellas que eran dolorosas por la presión que causaban en el estómago.
—Lo siento. —dije con una sonrisa de diversión en el rostro, ella paso a mi lado soltando maldiciones en pequeños murmullos. Yo que aún me encontraba de espaldas, mira al techo con una sonrisa para no soltarme a reír de nuevo, lleve mi mano a mi cabello, realizando la acción de siempre.
Voltee, buscando a mi amiga con la mirada, cosa que no fue muy complicada de hacer, ya que solo había dos chicos más en la habitación, estos se encontraban riendo en voz baja, mientras miraban a mi amiga, la cual se encontraba de brazos cruzados, y con una clara mueca de enojo.
Camine hasta sentarme en la silla de al lado, sin dejar de ver a los dos chicos, vaya que eran apuestos.
Uno tenía el cabello blanco, y unos lentos oscuros cubrían sus ojos, aunque estaba sentado se notaba que era alto, y el otro chico tenía el cabello negro, un mechón cayendo por su cara, los dos tenían facciones extremadamente bellas, y juntos parecían como el Yin y el Yang.