𝒯𝒽ℯ 𝒻𝓊𝓉𝓊𝓇ℯ

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Una semana

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Una semana.

Había pasado una semana desde que habíamos entrado a la escuela.

Y hoy iba a ser el día que tendríamos nuestra primera misión, no estaba nervioso, para que mentir, eso era para personas débiles, y yo no lo era. Para nada.

—Gojo, Josei y Geto. —al escuchar mi nombre levante la mirada. —Ustedes irán juntos a esta misión. —los tres solo asentimos. —Ieri, tú te quedaras practicando tu técnica inversa. —ella asintió emocionada, no sé si era porque no tendría que venir a luchar, o porque iba a practicar. —Bien, ustedes tres síganme. —se levantó de la silla donde se encontraba sentado anteriormente para dirigirse a la puerta, la primera en levantarse fue Josei, seguida de Suguru, yo me levante con algo de flojera.

De verdad quería estar dormido en mi habitación.

—La misión consiste en buscar un objeto maldito en un hospital. —nos miró sobre su hombro, mientras le seguíamos el paso. —Tendrán que exorcizar a la maldición que tiene este objeto. Es de tercer grado, según el informe. —freno su caminata para mostrarnos en su teléfono una imagen de un collar viejo. —No los quiero de vuelta hasta que no lo traigan con ustedes. Ijichi los acompañara, y los estará esperando fuera del lugar hasta que logren su misión. —y sin más que decir se fue dejándonos a los tres en la salida de la escuela con un auto negro frente a nosotros.

Si no estaba mal Ijichi, solo era unos años mayor que nosotros, había empezado a trabajar hace poco con la escuela. Pero ya parecía un viejo.

—Bueno chicos. —baje la mirada, para encontrarme con la dueña de la suave voz que nos hablaba. —Demos lo mejor de nosotros. —nos dio una sonrisa, haciendo que sus pómulos se levantaran cerrando un poco sus bellos ojos color miel.

Solté una pequeña risa nasal por el descubrimiento que había hecho, de verdad se veía muy tierna.

Antes de que alguno de los dos pudiera contestar, escuchamos una voz nerviosa hablándonos. —H-Hola, me llamo Kiyotaka Ijichi, es un placer conocerlos. —nos dio una reverencia, la cual fue correspondida rápidamente por la chica, Suguru inclino un poco su cabeza y yo simplemente me quede viéndolo, sin interés alguno.

—Mucho gusto, Señor Ijichi, mi nombre en Kireina Josei, es un placer conocerlo. —el hombre levanto la mirada, viendo a la chica, lo cual hizo que se sonrojara excesivamente.

Ya me caía mal.

—A-Ah.

—Deja de balbucear como un estúpido y has tu trabajo. —hable enojado pasando por el lado de esos dos, escuchando la risa de Suguru, aunque lo conocía, esa era una risa sarcástica, estaba tan enojado como yo.

Qué curioso.

—No le haga caso, Gojo es un idiota cuando se lo propone. —hablo bajito esperando que yo no la escuchara, pero lo hice, disidiendo dejarlo pasar. —Por favor, llévenos al lugar de la misión. —no la estaba viendo pero sabía que le estaba sonriendo.

Que mujer.

...

—Esto es horrible.

—Tienes toda la razón. —Suguru caminaba al lado de Josei, mientras yo iba detrás de ellos, con mis seis ojos activados, viendo en todas las direcciones dentro de ese horrible hospital abandonado. Había muchas maldiciones de grado cuatro, las cuales iba exorcizando, con un movimiento de dedos cada que me encontraba con alguna.

—¿No has visto señales del objeto maldito, Gojo?

—Nada, cariño.

Vi como los colores le subían al rostro al escuchar mi forma de llamarla.

—Qué raro. —exclamo Suguru, a lo cual yo asentí dándole la razón.

—¿No escucharon eso? —hablo Josei mirando a todos lados.

—¿Qué cosa? —mi amigo y yo nos miramos confundidos.

Ella miro al final del pasillo, solo se lograba ver una pared al final. Bueno, yo lograba verla, pero estoy seguro que ellos no.—Me están llamando. —hablo de la nada, mientras empezó a caminar en esa dirección, cada que se acercaba más, sus pasos se aceleraban, hasta que llego al punto de correr. No lo pensé dos veces para ir detrás de ellas con mi amigo al lado.

—¡Josei, espera! —no lo escuchaba.

—Esto es raro, es como si solo le afectara a ella. —acelere mi paso al ver como estaba apuntó de estamparse contra la pared. Llegue a su lado agarrándola de la cintura. —Ey, cariño. —la tome de las mejillas, ella se veía perdida.

—¿Gojo? ¿Pero no estabas allá? —vi como sus ojos tomaban un color más claro. Como si quisiera llorar, de hecho, se veía aliviada de tenerme cerca.

—¿A qué te refieres? —Suguru hablo, quitando mis manos de la cara de la chica. Para luego tomarla por los hombros haciendo que lo viera a él.

Imbécil.

—Ustedes me estaban llamando. —hablo segura. —Desde allá. —señalo la pared detrás de ella. —Se veían más grandes que ahora, pero estoy segura que eran ustedes.

Sentí una presencia imponente detrás de mí, y no fui el único, ya que sentí como Suguru y Josei, dejaban de hablar. Reaccionamos antes de que el techo callera sobre nosotros.

Oh, qué futuro tan hermoso les espera. —Era una voz distorsionada, era obvio que era la dichosa maldición, pero no era de grado cuatro, era de segundo grado.

Esos imbéciles, solo tenían un trabajo y lo hacían mal.

¿Sera que los lograras salvar, pequeña Kireina?

Sabia su nombre.

—No sé de qué hablas. —por primera vez desde que había parecido la miramos. Era una mujer supremamente alta, casi tocaba el techo del hospital con su cabeza, y este estaba a algunos cinco metros de altura, tenía un sombrero grande con un velo cubriéndole el rostro, pero se lograban apreciar unos ojos rojos relucientes brillando detrás de este.

Era horrenda, podía ver su rostro gracias a mis ojos, y ya entendía el porqué del velo.

En unos años lo entenderás. —de repente su poder maldito bajo de manera rápida, no había visto en que momento Josei, había saltado y había arrancado el collar que llevaba en su cuello, el cual era el mismo que teníamos que recuperar. —Solo espero, que él no te reconozca, niña. —hablo antes de que yo la golpeará en el estómago haciendo que esta se desvaneciera en el aire.

—Okey. —soltó una risa incomoda, mientras pasaba su mano por su cabello, para acomodarlo, algo que vi que hacía mucho. —Sera mejor que no vayamos, esto fue más rápido de lo que pensé. —empezó a caminar, a lo que nosotros nos pusimos detrás de ella rápidamente.

Me sentí como un perro detrás de su dueño cuando hice eso, así que me coloque a su lado, acción que Suguru replico.

Caminamos hasta estar fuera de velo, el cual desapareció en el momento que salimos de él.

—¿Se encuentran bien? —el joven de apariencia cansada se acercó a nosotros rápidamente. —Sentí una gran cantidad de energía maldita.

—Tranquilo, Señor Ijichi, nos encontramos bien. —le dio una sonrisa, lo cual hizo sonrojar al hombre.

Que hombre tan estúpido, como se va a sonrojar solo por eso.

—Muchas gracias por su ayuda chicos. —hablo Josei mientras se acercaba a mí y me daba un beso en la mejilla, para luego acercarse a Suguru y repetir la acción. Toque el lugar con la punta de mis dedos, mientras sentía como la cara se me calentaba.

—No hay de qué. —mi amigo soltó un suspiro.

Me sentía como un imbécil.

Estaba seguro que estaba más rojo que una fresa.


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⏰ Última actualización: Jun 07 ⏰

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