𝒯𝒽𝒾ℊ𝒽𝓈

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Hasta el momento todo era normal, los dos chicos estaban hablando entre ellos, y yo estaba intentando hacer reír a Shoko.

Cuando la puerta fue abierta, paso un hombre, alto moreno, con unas gafas oscuras, y un corte de cabello algo peculiar.

—Masamichi Yaga. —hablo el hombre con una voz potente, nada más ponerse en su asiento. —Ese es mi nombre y soy su maestro. —Nos miró uno por uno, hasta que poso su mirada en el chico de cabello blanco. —Tú. —Lo señalo. —Preséntate.

El chico con algo de flojera acato la orden del mayor, y volteó en nuestra dirección. —Satoru Gojo. —Y se sentó.

Vaya.

Él es el gran Satoru Gojo, el portador de los seis ojos.

Y un mal educado al parecer.

Antes de que al profesor le diera tiempo de decir algo, el chico de cabello negro se levantó con parsimonia. —Hola, mucho gusto, mi nombre es Suguru Geto, espero que nos llevábamos bien. —Dijo mientras nos daba una sonrisa.

Él me transmitía tranquilidad.

Ahora el profesor me miró a mí. Sin pensarlo dos veces me levante. —Hola, es un placer conocerlos. —hable mientras miraba a los dos chicos, el de cabello negro, que ahora sabía que se llamaba Suguru Geto, fijo toda su atención en mí, mientras que el otro chico miraba por la ventana, no le puse atención. —Mi nombre es Kireina Josei. —al escuchar mi apellido el chico de las gafas volteo en mi dirección. —Espero que llevemos una buena relación. —le di una sonrisa a Suguru, el cual tomó un peculiar tono rosáceo en sus mejillas.

Me senté.

—Hola a todos, mi nombre es Shoko Ieri, espero que seamos buenos amigos. —hablo mi amiga tan rápido que casi no se le entendió, para luego tomar asiento rápidamente.

El profesor nos miró a los cuatro, y logre distinguir una pequeña sonrisa en su cara.

...

Después de unas cuatro horas seguidas en el salón de clases, el profesor Yaga, nos explicó cómo manejar nuestra energía maldita, pero solo enfocado en lo teórico. Antes de decirnos que nos fuéramos, nos exclamo que en la siguiente clase cada uno de nosotros iba a ser una pequeña demostración de cuáles eran las técnicas malditas con las que contábamos.

Solté un pequeño suspiro, al escuchar esto último, llevé mi mano a mi cabello para acomodarlo, mientras salía del salón de clases seguida de mi amiga y los dos chicos.

—Esperen un momento. —el profesor salió del salón para posicionarse frente nosotros. — Tienen que pasar por la oficina del director para que les diga cuál es su habitación designada, en esta ya se encuentran sus pertenencias, que tenga un buen día. —exclamo para volver a entrar al salón de clases.

Mire a Shoko con una sonrisa en el rostro, no lo iba a decir en voz alta, pero me encontraba muy emocionada por estar en la escuela, había sido mi sueño desde que tengo uso de razón.

—Borra esa sonrisa, tonta.—hablo Shoko para luego engancharse de mi brazo con una sonrisa. Lo había dicho lo suficientemente fuerte para que los dos hombres pusieran su atención en nosotras.

—No sé de qué me hablas. —continuamos caminando con los chicos detrás de nosotras. —Vamos a la oficina del director, enseguida Shoko, para salir de eso rápido. —asintió dándome la razón. Volteé, en dirección a Suguru que me miro atento—. ¿Quieren venir? —hable dándoles una sonrisa a los dos.

—Claro. —escuche la voz rasposa y gruesa del chico de cabellos blancos como la nieve, haciendo que los vellos de mi nuca se erizaran.

Solté un suspiro, mientras seguía caminando con la vista enfrente, ese chico era muy apuesto.

—Así que Arata y Daiki, están en la escuela. —hablo Shoko, mirando al frente con el palillo blanco que siempre llevaba entre los labios. Esboce una sonrisa contenta.

—Sí, están los dos, espero verlos pronto, además también esta Eiji. —freno repentinamente jalándome del brazo, me miro a los ojos, los de ella tenían cierto brillo de emoción.

—¿Regreso del extranjero?

Moví mi cabeza en forma de afirmación emocionada como una niña pequeña, Eiji, se había ido a principios del año pasado y regresaba hasta ahora, él era uno de los amigos más querido que compartíamos Shoko y yo desde que éramos unas niñas de hecho, Arata y Daiki, también estuvieron presentes en nuestra niñez, éramos como un grupo imparable.

—Al fin vamos a estar los cinco juntos de nuevo. —la voz de mi amiga se escuchaba emocionada.

Continuamos nuestro camino hablando entre nosotras, mientras los dos chicos que nos seguían también mantenían una conversación entre ellos.

Después de unos minutos, llegamos a la oficina del director, tocamos la puerta para luego pasar cuando escuchamos su voz, le explicamos el porqué de nuestra presencia a lo que el rápidamente nos entregó a cada uno las llaves de nuestra habitación, estas tenían un pequeño número indicando cual era la habitación que le pertenecía a cada uno de nosotros. Salimos del lugar no sin antes darle una reverencia al hombre, bueno esto solo de parte de Geto, y mi persona.

Cuando íbamos de camino a las habitaciones, escuche una voz que conocía muy bien llamarme a Shoko y a mí. —Kireina, Shoko. —miramos al frente como si estuviéramos en cámara lenta, para luego salir corriendo en dirección de la voz masculina que nos había llamado.

Las dos chicas que iban frente a nosotros, salieron corriendo como si un demonio las estuviera persiguiendo hacia un chico de cabello rojo, que las había llamado con anterioridad

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Las dos chicas que iban frente a nosotros, salieron corriendo como si un demonio las estuviera persiguiendo hacia un chico de cabello rojo, que las había llamado con anterioridad.

—¡Eiji! —se escuchó un grito en coro que apuesto y se logró oír hasta Shibuya, antes de que un golpe en seco resonara por todo el lugar. Mire con los ojos abiertos de par en par, como el chico se encontraba en el suelo con las dos femeninas sobre el abrazándolo como si fuera a desaparecer.

—Parecen ser muy cercanos. —exclamo mi mejor amigo con una sonrisa en el rostro viendo la imagen frente a nosotros.

—Parecen imbéciles. —hable mientras miraba a los tres retrasados frente a mí. Quien carajos estaba tan loco como para hacer esas muestras de afecto en público, tenían que ser unos desquiciados los tres.

—Oh Satoru, te veré en un futuro haciendo eso. —exclamo mi amigo con sus ojos cerrados mientras me daba una sonrisa sabionda.

—Jamás, escúchalo muy bien, ¡Jamás! me veras a mí el gran Satoru Gojo haciendo esas cosas ridículas. —hable de forma dramática mientras señalaba al pelinegro a mi lado, el cual negó sin borrar su sonrisa.

—Eso ya lo veremos. —iba a replicar cuando escuche la voz de la chica del clan Josei.

—Te extrañe un montón. —exclamo mientras su amiga se ponía sobre sus pies sacudiendo su uniforme, ella aprovecho para abrazar al chico con sus piernas haciendo que este se pusiera de pie mientras la cargara agarrando sus muslos para que no se callera, en ese momento mis ojos brillaron, al observar la piel lechosa de estos. Por un momento me dieron ganas de ser yo el que tuviera a la chica en esa posición.

Escuche una exclamación por parte de mi amigo, y escuche de manera clara como tragaba saliva. Ya veo que no fui el único que lo pensó.

𝒯𝒽ℯ ℴ𝓃𝓁𝓎 ℊ𝒾𝓇𝓁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora