Capítulo 9.

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MARTIN

Martin no quería pensar en la razón por la que Juanjo tenía tantos condones en su mesa de noche, no cuando sentía su polla tan profundamente dentro de él hasta el punto de sentirla en su pecho. Se negó a regalar ese momento a nadie más, era suyo y de nadie mas. Juanjo, en ese momento por lo menos, también era suyo.

- La forma en que tu cuerpo me coge -, dijo Juanjo, sonando tenso e ido, embistiéndolo con más fuerza. - Nunca tendré suficiente.

Martin lo miró con los ojos entrecerrados, incapaz de responder, su cerebro completamente apagado mientras el hombre encima de él arrancaba los sonidos más vergonzosos de su garganta mientras lo llenaba una y otra vez.

- La cosa más bonita del mundo -, dijo Juanjo, mordisqueando su cuello con los dientes. - Tan apretado y perfecto para mí.

Martin se sentía como un cable con corriente, la parte inferior del vientre hormigueando con una codicia profunda y desesperada que nunca había experimentado antes que Juanjo. Nunca se había sentido tan lleno, tan hambriento.

Su cuerpo se aferró a la gruesa polla de Juanjo, haciendo que el hombre gimiera y empujara dentro de él más profundamente, con más fuerza.

- Me estás apretando como si no quisieras dejarme ir -, gruñó Juanjo cerca de su oreja, su abdomen resbaladizo por el sudor presionando contra su torso, estimulando su dolorida polla. - No voy a dejarte ir, cariño. Te veo.

Me ves.

Un sollozo gutural salió de la garganta de Martin cuando su orgasmo se rompió en una larga y estremecedora ola de placer. Su agujero se apretó alrededor de Juanjo mientras largos chorros de semen pintaban su pecho y cara.

- Eso es, mi niño, tan guapo, tan guapo, joder -, siseó Juanjo mientras seguía follando a Martin a fondo, usando su cuerpo para su propio placer. - Mírate -, dijo mientras lamía el semen de Martin de su cara. - Me estás arruinando -, gruñó mientras golpeaba su agujero por última vez con un grito gutural. Todo su cuerpo se tensó cuando comenzó a llenar el condón con su semen.

Martin estaba jadeando por aire, los músculos de la parte interna de sus muslos temblaban mientras su trasero continuaba pulsando alrededor de la suave polla de Juanjo.

- Lo has hecho perfecto, mi niño, como todo lo que haces -, susurró Juanjo, todavía lamiendo su cuerpo. - ¿Quieres darte una ducha?

- ¿Tú? - Martin murmuró cansado, pero con una suave sonrisa en su rostro.

- No, me gustas así, pero aún puedo limpiarte la cara con toallitas, si quieres.

- ¿Y me puedes traer mis cremas?

- Cualquier cosa que necesites -, dijo, besando suavemente sus labios antes de sacar su polla, haciendo que Martin siseara por la pérdida. - Lo siento -, luego besó su nariz mientras jugaba perezosamente con su borde. - También traeré algo para esto.

Los ojos de Martin se humedecieron y la mortificación se apoderó de su cuerpo, estaba a punto de llorar frente a Juanjo, de nuevo. - Dios, lo siento mucho -, dijo, tapándose los ojos con el brazo. - No puedo creer que esté llorando porque hayas dicho que ibas a limpiar mi puto culo -, dijo entre risas arrepentidas.

Juanjo no intentó quitarle el brazo, sino que lo besó suavemente. - No creo que estés llorando precisamente por eso, e incluso si lo estuvieras, no me importaría. - Su voz sonaba tierna y encantadora. - Voy a traerte tus cosas para poder cuidarte, ¿vale? Incluso puedes apagar las luces si quieres.

- ¿Y dejar que hagas un lio con mi 'Skin care routine'? - Martin se burló de él, su ojo izquierdo asomándose debajo de su brazo.

La risa de Juanjo se sintió tan cálida como sus palabras. - Hagamos una cosa, mañana me contarás todos los pasos y te prometo seguirlos religiosamente.

It's me who's been making the bedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora