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Los primeros rayos de luz que entraban por mi ventana sólo podían indicar una cosa: Ya había amanecido

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Los primeros rayos de luz que entraban por mi ventana sólo podían indicar una cosa: Ya había amanecido. 

Hoy en la mañana había quedado en hacer temprano una sesión de entrenamiento con Sana y la tarde de hoy dedicarla completamente a investigaciones de campo en la biblioteca de la guardia Alquimista.

Tras colocarme el uniforme negro de entrenamiento, bajé las escaleras de la residencia junto con otros reclutas y trabajadores que al igual que yo comenzaban su jornada bien temprano en la mañana. 

Me dirijo a la cantina con el objetivo de llenar mi estómago antes del entrenamiento, y de paso, buscar a mis próximas víctimas con el objetivo de sacar algo de información: Seungmin y Jeongin. 

Una vez dentro con mi bandeja en mano, me encuentro a los fos chicos sentados en una de las mesas, a su lado, Chaewoon. Se me hacía raro puesto que nunca la había visto en la cantina. 

— ¿Chaewoon? — Llamé con cierta duda, captando la atención de los tres de la mesa. Ni siquiera llevaba la bata de la enfermería puesta. — ¿Qué haces aquí? 

— Acababa de parar para desayunar. — Sonrió, colocando su taza sobre la bandeja y poniéndose en pie. — Pero en verdad me iba ya, mi descanso ha terminado. Os dejo solos, chicos.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, ambos chicos me miraban con atención, y antes de poder abrir la boca Seungmin me apuntó con la cuchara.

— Habla ya, tienes cara de que quieres algo. — Me senté al lado de Jeongin, juntando las manos sobre mi regazo, justo donde antes había estado Chaewoon sentada.

— Sí, tienes razón. — No me iba a hacer la digna, y menos la difícil. 

— Claro que tengo razón, solo había que ver cómo venías corriendo hacia nosotros. Normalmente corres a por Yeji. — Seungmin siguió argumentando. — Venga, dímelo. 

— ¿No tenéis curiosidad por lo que va a suceder pasado mañana? — Empecé a decir, haciendo que ambos se miraran.

— Ya sabía yo que la curiosa de Celes no iba a pasar más de dos segundos sin meterse en asuntos de la guardia que no le incumben... — Jeongin se acomodó mientras hablaba con un tono triste, como si aquello fuera una pena. — Para no ser una cática tienes el espíritu animal de un gato. Aunque claro, no está demostrado que eso exista.

𝐍𝐎𝐄𝐀𝐒𝐘 | Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora