Durante días, envolviéndose ambos en el placer, disfrutando de sus cuerpos y deleitándose con cada rincón de ellos, Caroline, se dio cuenta que el tiempo había pasado muy rápido. Estaba envuelta en el pecado durante semanas. Pero su mente no olvidaba, su mente no perdonaba. Ansiaba venganza. Su sed, a medida que más tiempo pasaba con Sebastian, aumentaba. Su alma cada vez se estaba volviendo más oscura, más malévola. Al compás con su lujuria por el cuerpo de Sebastian.
-Señorita, disculpe, se le ha caído esto. -Se dirigía hacia Caroline una jovencita que se encontraba en la misma calle donde Sebastian y ella estaban. Dándole está; una pequeña pulsera plateada con tres brillantes.
-Oh, muchísimas gracias! Es algo muy valioso para mí. -respondía Caroline. -Sebastian, por favor, pónmela. -Ordenó Caroline enseñándole la pulsera. -Como desee. -Contestaba Sebastian acatando su orden. Aquella pulsera, realmente era especial para Caroline, era lo poco que le quedaba de su querida madre. Y esos tres brillantes, representaba a las tres, Claudia, Amber y Caroline.
Ambos, de buena mañana, caminaban por las calles de esa ciudad maldita, los ángeles. Buscando una pequeña pista, por pequeña que sea, sobre la muerte de la familia de Caroline. Y de repente, un golpe de suerte.
-Oh! Señorita Caroline. Cuánto tiempo sin verla... -Dijo el hombre del tenderete donde vendía el periódico del día al que estaban habituadas a comprar Caroline y su familia, mientras ellos pasaban por delante de él.
-Si... Hacía bastante que no pasaba por aquí señor. -Respondió Caroline.
-Señorita... Lamento mucho todo lo que le ha sucedido. No tengo palabras para expresar todo el dolor que siento. Cuídese mucho pequeña... Este mundo es cruel, hay que ser fuerte. -Lamentaba el vendedor, con voz temblorosa, siendo este ya casi un anciano a punto de jubilarse.
-Muchísimas gracias señor... Se hace lo que se puede... Gracias... -Respondió Caroline. -Señorita, mire bien. -Dijo Sebastian en voz baja de manera en la que solo Caroline podía oírlo a la vez que este señalaba un periódico. En ese momento, los ojos de Caroline se abrieron como platos al ver esa portada. -Señor, me llevo uno de estos. Quédese el cambio! Gracias! -Dijo Caroline llevándose un periódico y yéndose rápidamente de ahí para ir de nuevo al hotel para tener cierta intimidad y hablar sobre el tema.
-Estoy convencida que esto está relacionado con la muerte de mi familia Sebastian. -Afirmaba Caroline con el periódico en la mano una vez dentro de la habitación 502 del Cecil.
-¿Simplemente intuición? Realmente no es el mismo modus operandi... -Dudo Sebastian poniéndose la mano en la barbilla y levantado su ceja mientras leía la portada del periódico.
"Oleada de crímenes en los ángeles.
En estos últimos meses hemos vivido un sin fin de muertes extrañas en nuestra querida ciudad. La policía no ha querido dar detalles sobre el tema pero hemos podido investigarlo y no es un problema pequeño. Desaparición de personas, asesinatos de mujeres en masa, robo de cadaveres... Todo esto en un periodo muy corto de tiempo. Por último, el pasado jueves, en un callejón del centro de los ángeles, se han encontrado dos mujeres jóvenes brutalmente asesinadas, está claro que se trata de un asesino en serie. Las fallecidas mostraban múltiples heridas de arma blanca y la falta de algunos órganos al igual que pequeños trozos de carne. Fueron brutalmente asesinadas. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Que descansen en paz esas almas inocentes. Cuidémonos los unos a los otros y protejamos a nuestros hijos. Esperemos que a este ser desalmado lo encuentren pronto y se haga justicia. "
-La falta de órganos y trozos de carne ¿eh? Ya veo... Cada vez sois más depravados y malévolos vosotros los humanos ja... -Dijo sarcásticamente Sebastian, mientras ataba cabos en su cabeza.
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Ese mayordomo, encantador.
FanfictionEsta historia es la continuación de "Ese conde, perverso". Todos los personajes pertenecen a Yana Toboso menos Claudia Rose, Karla Miller, Caroline Anderson y Amber Anderson. Contenido sensible y contenido NSFW.