Ese mayordomo, recordando

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Día 1 después de la aparición del cuerpo de Sophie.

10:30 am;
El humo de los cigarrillos consumiéndose en los labios de los hombres que descansaban del trabajo o se preparaban para ello; se podía impregnar en menos de un segundo en tus prendas, mezclado con un ligero olor a café junto con algún tipo de alcohol fuerte, de esos que arden cuando pasan por la garganta pero que sientan tan bien. La música suave y lenta acompañaba a la perfección a ese ambiente tan especial que se encontraba ahí, en ese lugar, en el bar del hotel cecil.

-Un Whisky con hielo, por favor. -Ordenó Sebastian al barman.
-Marchando. -Contestó poniendo automáticamente la copa y ofreciéndosela al cliente.
-Muchas gracias. -Dijo Sebastian.
-A usted señor.

El atractivo y embaucador demonio, mostraba su estética elegante habitual, apoyado en la barra de ese fantástico bar, con aquella aura tan especial. Mojaba sus labios suavemente en ese líquido el cual embriagaba a cualquiera, pero él podía disfrutarlo de verdad, las veces que quisiera, cuanto quisiera y a la hora que deseara, por que dada su naturaleza demoniaca, a él no le afectaba en absoluto. A Sebastian no le importaban otras cosas, todo le parecía patético, menos el placer, cualquier tipo de placer y cuánto más pecaminoso, más lo disfrutaba, era lo único que podía sentir, ya que carecía de cualquier tipo de emoción. Después de casi tres míl años, volvió a sentir algún tipo de sentimiento, volvió a sentir lo que era ser un humano, algo que ni recordaba lo más mínimo, y le volvió a ocurrir solo con ese crío, ese niño llamado Ciel, por todos esos momentos a su lado durante tantos años, alguien tan pequeño y a la vez tan grande. Todas aquellas memorias le inundaban la mente en ese momento, acompañado de una copa de Whisky. <<Que extraña sensación, es esto lo que dicen los humanos? Se podría llamar nostalgia?>> se repetía una y otra vez, pero no podía hacer nada, ya que el contrato finalizó, y como todos sus anteriores contratos, él tuvo que consumir el alma de Ciel Phantomhive, un alma tan exquisita que en tres míl años no había probado algo así. Ahora solo se conformaba con alimentos para él de bajo nivel, cada vez almas más pobres, pequeños aperitivos; y se satisfacía con los placeres de la carne junto con todos los pecados capitales.

Un pequeño escalofrío recorrió todo el cuerpo de Sebastian, comenzó a sentir un olor que se le hacía muy familiar.

-Otro como el señor por favor. -Ordenó un hombre al barman señalando la copa de Michaelis.
-Marchando.

-Cuando tiempo sin verte... Demonio... Jijiji. -Dijo un hombre misterioso sentándose al lado de Sebastian en la barra.
-Oh... Undertaker... ¿Que hace usted por aquí? -respondió Sebastian con sarcasmo, mirándolo con las cejas arqueadas hacia arriba.

Undertaker, también conocido como Cedric K. Rose, llevaba un traje de color negro acorde a la moda de los ángeles, perfectamente a medida con su pelo blanco platino recogido en un moño y con sus greñas en el rostro.

-Pues digamos que estoy tomándome unas vacaciones... La eternidad es demasiado aburrida si no sales de europa... Quería atravesar el charco y aquí estoy, volviéndome a encontrar con el mismísimo demonio para mi maravillosa suerte... jijiji - Continuó Undertaker mientras tomaba un sorbo de su Whisky.

-¿No tenías otro lugar que acabar en el mismo sitio donde estoy yo? Por favor... Yo soy un demonio, pero usted un Shinigami de la muerte, no me hagas reír...-Contestó Sebastian con un rostro de pocos amigos moviendo su copa.

-¿Que acaso no te parece nostálgico en cierto modo? Volver a encontrarse con alguien conocido... Aunque nos odiemos y nos entendamos a la vez un poco... Si bueno, soy un Shinigami que odia serlo. -Dijo Undertaker con un tono sarcástico.

Ese mayordomo, encantador. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora