Ese mayordomo, en los ángeles

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Hace un año (1927)
En las calles ajetreadas de Los Ángeles se alzaba uno de los edificios más emblemáticos del lugar, en su máximo esplendor y apogeo, en el verano del 27, se inauguraba el Hotel Cecil. Cientos de ciudadanos se encontraban en la puerta de ese ostentoso hotel, algunos muy ricos, perfectamente bien vestidos, y otros un tanto más humildes, pero todos deseosos por entrar ahí. Entre todos ellos se encontraba un hombre un poco peculiar, era físicamente menudo, delgado, con el cabello negro y desecho, acompañado de un rostro cadavérico. Su vestimenta era realmente extravagante pero bastante sucia. Era muy conocido en la ciudad, se decía que era un espiritista el cuál todas sus sesiones parecían ciertas, podía comunicarse a través de la Ouija con los muertos, era famoso por ello y por hacer diversos rituales, de magia negra. Espiritismo que tuvo su máximo exponente en 1804 pero que perduraba todavía entre los ricos, los cuales los contrataban. Ese hombre era Jonh Blackwood, el famoso espiritista.

-Ah... Ah... Esta tierra está maldita... -Susurraba sudoroso y entre dientes entrando en el Hotel. La gente lo observaba con incertidumbre, ya que este iba dando tumbos de un lado a otro, como si realmente estuviese enfermo.

Entre la multitud, desapareció, y a escondidas, Blackwood subió silenciosamente a uno de los pisos del hotel, concretamente al trece. Curiosamente en varios hoteles, por superstición, intentan evadir ese número de sus construcciones. Pero este no era el caso, el hotel Cecil era especial, además, su construcción fue toda una hazaña, muchos de los trabajadores morían en extrañas circunstancias, accidentes sin explicación e incluso desaparecían.

-Ah.. Se que este tiene que ser su lugar señor... Dame riquezas... oh... la vida eterna también... ah... -Dijo nuestro hombre menudo una vez ahí, con su voz temblorosa, sudoroso, sacando una gran cantidad de artilugios extraños de su sucia mochila. Comenzó con una tiza a trazar en el suelo una especie de símbolo, poniendo cada extremo de este diferentes objetos, dientes, piel humana, huesos humanos, una rata disecada, entre tantos otros objetos macabros. Decidido, agarró el cuchillo y lo acercó a la palma su mano, para a continuación presionar con fuerza el cuchillo sobre esta, provocando una intensa hemorragia, la cual chorreaba y caía en el centro del símbolo.

-Con mi alma... Yo te invoco en este lugar... - Susurraba Blackwood con los ojos llorosos. El silencio inundaba el pasillo donde se encontraba, durante unos minutos se quedó inmóvil,apenas respirando, por el intenso miedo que sentía pensando que su ritual había funcionado, pero al parecer no era así, o eso creía él cuando reaccionó para levantarse del suelo en el cual estaba arrodillado.

-Los humanos... Oh, los humanos...Curiosas criaturas... Pueden pasar miles de siglos pero siempre van a querer invocarme una y otra vez... Que ingenuos dándole la espalda a dios... -Una voz masculina la cual sonaba detrás de él. El tono de esa voz en algunas palabras era demoniaco, completamente grave, y en otras sonaba como un humano extremadamente sarcástico y narcisista. Blackwood se giró inmediatamente para ver a ese hombre que le estaba hablando desde algún lado pero no veía a nadie por mucho que buscara, comenzó a dudar si su ritual había funcionado realmente o todo era fruto de su imaginación ya que, al girarse, no pudo ver a absolutamente nadie, simplemente el largo y oscuro pasillo del piso trece.

-¿Quien eres...? ¿Donde estas...? -Preguntó inquieto el espiritista mirando de un lado a otro hasta darse cuenta de que su sangre vertida en el símbolo del ritual se había convertido en un tipo de líquido negro espeso que levitaba creando hilos oscuros como un agujero negro.

-No soy nada y a la vez lo soy todo...-El extraño líquido negro se deslizaba por las paredes. -puedo estar en todas partes al mismo tiempo... -El líquido parecido al petróleo comenzaba a juntarse creando una figura humana. -No soy nadie... Pero puedo convertirme en cualquier cosa... -Terminó la frase haciendo una reverencia enfrente de Blackwood ese hombre que se acababa de formar con el líquido negro.

Ese mayordomo, encantador. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora