Capítulo 5

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Habían pasado dos días desde que había conocido a Cintya Thirney. En ningún momento tuve las agallas para hablarle. Ni para escribirle un mensaje. Aunque, en esos momentos, no creo que mi humor estuviera muy por la labor de cooperar.

No mientras que mis primas y yo, nos peleábamos por el dominio sobre el toilette.

Florence estaba fuera del cuarto de baño, golpeando la puerta con su puño cerrado y un ceño fruncido, demostrando así su frustración con la situación. A su lado me hallaba yo, con mi pijama de unicornios con capucha y mi neceser en la mano. Suspiré por cuarta vez. Dynamite de BTS, resonaba con fuerza desde dentro de la estancia ―una banda surcoreana de chicos, que estaba arrasando en todo el mundo―, mientras que Margot, que los amaba con locura, se encontraba enclaustrada, acaparando más del tiempo debido para alistarse. Ellas dos debían irse al instituto, yo tenía cita con mi psicóloga a las once de la mañana y asistía al secundario para adultos a las tres de la tarde, vía conferencia de webcam.

Margot era de esas fans, que se gastan su mesada en dos cosas: productos para el pelo y merchandasing de dicho grupo musical. Yo no estaba mejor que ella, con esa obsesión que tenía con comprar libros y cosas de Taylor, así que, no me iba a poner a juzgarla.

Por su parte, Florence, la otra gemela, no pensaba lo mismo que yo. Ella era una chica que se creía especial solamente por tener amigos hombres, saber sobre automóviles y tener un novio mayor a espaldas de mis tíos. Era como el típico fenómeno de Wattpad, que luego se hace viral en la plataforma. Parecía actuar como si todo lo femenino y rosado fuera una especie de aberración y que vestir de negro, no juntarse con otras chicas porque todas eran, a sus ojos y percepción alterada por tanto leer fanfiction de Harry Styles, como las plásticas de Chicas Pesadas, la hacía genial y detergente... Perdón, quise decir divergente.

―Déjame a mí. ―Exigí con firmeza y hablé hacia la madera de caoba―. Margot, ¿podrías hacer el favor de salir? Ya voy tarde a mi cita de los viernes.

Mi tono lastimero surtió efecto. Margot, perfectamente peinada y arreglada con el uniforme del St. Gabriel, me sonríe antes de dejarme pasar.

―Todo tuyo, prima querida―su afirmación es auténtica, a veces me trata mejor a mí que a su propia gemela.

Que, en ese momento, la observa con la boca abierta de la indignación.

― ¿A ella le abres como si nada y a mí, tu gemela, tu otra mitad, tu compañera de matriz, me ignoras como al rarito de la clase? ―el enfado se refleja en su tono de voz.

Margot se hace el cabello hacia atrás, mirándola con cierto aburrimiento.

―Ella no se cree superior a mí, por pensarse más inteligente que yo. Eres una pick-me girl, hermana. Eres un cliché. Tan original como una novela de Megan Maxwell.

Tuve que encerrarme en el baño para que ninguna de las dos me viera reírme. Sus discusiones siempre eran algo gracioso de contemplar, pero esta mañana iba con el tiempo justo. Me miré al espejo, y las ojeras bajo mis ojos fue lo primero que vi en el espejo. Suspiré suavemente y tomé mi cepillo de dientes, de mi vaso con el logo de la Casa Hufflepuff, y me los cepillé mientras mi cerebro pasaba de un pensamiento al otro.

Comencé a fantasear despierta. Siempre soñaba con que vivía en otra época a la que yo no pertenecía.

Era parte de mí, algo que nunca se iría.

Cuando regresé a la realidad, terminé de prepararme. Me puse las Vans rojas y me até el pelo corto con una liga de color negra. Había tirado todas las ligas rosas cuando cumplí quince años...

Corazón frágil © #WattpadLGBTQ+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora