―¡Oye! ¿Cómo estás? Creí que nunca nos volveríamos a ver. Eres como una escurridiza ninfa del bosque, Carter. ―Es lo primero que me dice Cintya, haciéndome sonrojar.
Llevaba un suéter verde, y una camisa negra debajo junto a un pantalón del mismo color junto a unas zapatillas color mostaza, que combinaba con su gorrito de lana Benie.
Era extraño, por primera vez, ambas estamos vestidas como las formas opuestas de la otra, porque yo estaba más bien con un estilo coquette combinado con mi propio toque, casi nunca me ponía falda, pero había escogido ese día para ponerme una de color azul pastel y un buzo del mismo color. No llevaba joyería, nunca me gusto del todo. En cambio, Cintya llevaba una delicada cadena en su cuello y varios anillos en sus dedos, y su pelo suelto hasta la mitad de su espalda...
―Creo que una foto te duraría más. ¿Qué te ha pasado? ¿Te comió la lengua el ratón? ―Cintya bromeo conmigo, chocando ligeramente su hombro con el mío.
No pude evitar sonreírle suavemente y la miré con cierta picardía.
―Estoy segura de que me duraría más, pero es gratificante mirarte personalmente―le dije, mientras que me mordía adrede el labio inferior.
Cintya se sonrojó por primera vez desde que nos conocemos. Y sus pómulos, pronunciados de manera adorable, se tiñeron de un precioso color rojizo.
―Lees demasiados clásicos, hablas como si hubieras salido directamente desde una novela de Jane Austen o Emily Brontë.
Hice una mueca leve ante la mención de la última autora. Las historias de rayita por artista británico me arruinaron cualquier posibilidad de que me gustara esa autora. Cintya notó mi leve fruncimiento de labios, y sonrió solamente un poco.
― ¿No te gusta la autora de Cumbres Borrascosas? ¡Pero si es un clásico! Es el primer dark romance de la historia de la literatura juvenil.
Me sentí absolutamente tentada a rodar suavemente los ojos. No le veía sentido a tantas expectativas que tenía el libro. Lo había leído una vez, cuando tío Daniel me lo regaló en tercero de primaria. Y nunca más lo había tocado de nuevo. Nunca me gustó, ni la protagonista femenina ni el protagonista masculino.
―No es mi tipo de libro. Creo que los protagonistas que son tan tontos y tan llenos de drama, que llegan a cansarme un poco. Aunque, siempre suelo decir que la literatura es algo completamente subjetivo. Tu no tendrás los mismos gustos que yo, ni yo tendré los tuyos. Cada persona forma su propio criterio literario. ―Me doy unas palmaditas mentales en el hombro. Mi profesora de Literatura se sentiría orgullosa de mi en estos momentos, si es que aún la señora Spring y yo nos habláramos.
―Cada vez que tú y yo mantenemos una conversación, se reafirma mi pensamiento de que eres la chica más interesante que he conocido ―señaló Cintya, con una pequeña sonrisa. Mientras que ahora, era a mí a la que le tocaba sonrojarse.
Nos quedamos en silencio por un momento. Dejando que este se instalara de manera cómoda entre nosotras. El cielo se había despejado y las nubes, más hermosas que nunca, acariciaban el suave y azul firmamento. Cintya fue la primera de las dos en romper esa quietud, mirándome con cierta timidez, que parecía impropia en ella.
―Me gustaría llevarte a un lugar especial. ¿Me acompañarías? Te prometo que no será por mucho tiempo y que después te llevaré a tu casa.
Sus dedos se rozan con mi muñeca y yo siento un escalofrió recorrerme toda la columna vertebral. ¿Cuándo, por amor a Elizabeth Olsen, es que sus dedos terminaron tan cerca de mi piel? ¿Es que acaso esta chica me quiere matar de un ataque de ansiedad? Tantas preguntas y pocas respuestas.
―Claro. Me encantaría ir a ese lugar especial tuyo. ¿Dónde es? Ya has picado mi curiosidad.
"Eso es Emily. Finge demencia". Es lo que me digo, para aplacar todos mis nervios y pensamientos liados entre sí, como esos viejos juegos de Twister, que ya ni relevancia tienen.
La chica a mi lado toma mi mano y me ayuda a levantarme. Ignoro los extraños retorcijones de mi vientre, que adjudico a la falta de hambre y niego rotundamente que sean por otra cosa, y, mientras que avanzamos por la calle Buckingham, nuestras manos continúan entrelazadas, pero ninguna de las dos hacemos nada por soltarnos.
Nuestra un poco extensa caminata, nos lleva a un estudio de ballet clásico. En el cartel que cuelga por dentro de la puerta de cristal, reza un "cerrado" en letras blancas, en un fondo rojo chillón. Pero, a pesar de esto, ella tira de mí con suavidad hacia el edificio. Su fachada es bastante simple, y a pesar de esto, eso no evita que transmita elegancia y disciplina. Y el cartel de "Academia de Danzas Clásicas Birds Flowers", es lo primero que distinguen mis ojos. El fondo es negro y las letras son de un pulcro blanco, con una figura de una bailarina sin rostro.
Volteó mi cabeza levemente hacia Cintya y le sonrió con suavidad. No estoy acostumbrada a sonreír mucho, y cuando lo hago, mi rostro se siente extraño.
La rubia a mi lado, me sonríe devuelta, mientras que toca el timbre al costado de la puerta de vidrio.
―Este es mi lugar favorito en el mundo. A pesar de que se terminó convirtiendo en una obligación, a mi me gustaba al principio, era algo que disfrutaba hacer. Pero, creo que, cuando eso que te da felicidad, se vuelve una carga, ya deja de ser divertido. La pasión se pierde, cuando las personas dicen que eso debe convertirse en tu trabajo. Se pierde un poco la pasión por ello, ¿no lo crees? ―dispara su pregunta hacia mí, mientras que esperamos a que nos abran.
No podría estar más de acuerdo con ella. Eso me paso a mí, pero de una manera diferente, en mi caso, mis hermanas querían que "hiciera algo que me diera dividendos"; era obvio que ellas creían que la literatura no lo haría. Así fue, como de a poco, el sueño se fue apagando, hasta quedar convertido en cenizas. Comprendía perfectamente lo que Cintya quería decirme.
―Créeme, se a lo que te refieres. ―Le expresé, antes de que la puerta de cristal ante nosotras se abriera. Dando paso a la figura esbelta de una hermosa mujer rubia. Que tenía un extraño parecido a la actriz Kate Hudson.
La mujer en cuestiones, que me recordaba a la protagonista de ¿Cómo perder a un hombre en diez días?, sonrió de forma cálida a mi acompañante, antes de envolverla en un fuerte abrazo. Al parecer, está chica caía bien en todos los lugares que pisaba. Completamente opuesta a mi personalidad ermitaña y poco comunicativa. Las personas normalmente huían de mí, no se acercaban a charlar, como si fuésemos amigos de toda la vida.
―Sigue igual que la última vez que estuviste aquí. Solamente hemos hecho unas pocas reformas en los espejos. ―Le dijo a Cintya, mientras que ella miraba todo con una sonrisa gigantesca.
Se notaba que seguía amando este lugar, aunque ella dijera que ya no disfrutaba el ballet. Yo estaba segura de que lo decía para sonar más fuerte de lo que en realidad era.
Cintya se volteó hacia mí con una pequeña sonrisa tímida en sus labios. Me sentía como sí una luz lavanda nos estuviera cubriendo a las dos.
―¿Asustada, Carter? ―Inquirió la chica frente a mí, con una expresión un poco traviesa.
Fruncí los labios para no reírme a carcajadas y fingí seriedad.
―Ni un poco, Thirney.
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Corazón frágil © #WattpadLGBTQ+
Teen FictionEmily es introvertida, amargada y desconfiada. Cintya es alegre, feliz y amigable. La mitad de un todo. La contra parte de la otra. Todos los derechos reservados © Registrada esta obra en Safe Creative y la Cámara Argentina de Derechos de Autor. Núm...