Al salir del hospital, Felipe rompió el incómodo silencio que los envolvía una vez más.
—Tenemos que hablar con tranquilidad, Leti. ¿Quieres que vayamos a tu casa?
—Será mejor que no, comparto el piso con otras dos chicas y es posible que alguna se encuentre allí en este momento.
—Entonces iremos a la mía.
—¿Hoy no trabajas? Me extraña que no tengas que ir un martes a la oficina.
—Hay cosas más importantes que el trabajo —afirmó Felipe, rotundo. Leti lo miró incrédula.
—Nunca pensé que te oiría decir algo parecido, Felipe.
—Quizá no me conoces tan bien como crees —comentó él mirándola muy serio.
—Quizá... —contestó Leti en un susurro.
Cuando llegaron a su casa, Felipe se ofreció a preparar algo rápido para comer.
—Me encantaría. Como de costumbre, estoy hambrienta —Leti lo acompañó a la cocina—. ¿En qué puedo ayudarte?
—No hace falta que hagas nada, siéntate en el salón y ahora lo llevaré todo para allá —Felipe ya estaba abriendo y cerrando cajones y sacando cosas de la nevera.
—Felipe, no me gusta que me trates como a una inválida, soy perfectamente capaz de preparar una ensalada o lo que me digas —una vez más, las mejillas de Leti se sonrojaron por la indignación.
—Parece que el embarazo te ha vuelto muy susceptible —se burló él con una sonrisa maliciosa en los labios.
—Solo porque quiero ayudarte no tienes que... —sin dejarla acabar la frase, Felipe la cogió en brazos y, a pesar de las protestas de Leti, la llevó hasta el salón y la depositó con delicadeza sobre uno de los sillones.
—Espero que mañana te duelan terriblemente las lumbares por cargar con todo este peso —le deseó Leti con una mirada malvada y Felipe no pudo evitar soltar una carcajada; la cercanía de Letizia siempre le hacía sentirse tremendamente vivo.
A la joven le dio rabia encontrarlo tan atractivo, así que apartó la mirada de esa sonrisa deslumbrante que la volvía completamente idiota, cogió una de las revistas de economía que había encima de la mesa y comenzó a hojearla como si le pareciera de lo más interesante.
Al rato, Felipe estaba de vuelta con un abundante tentempié.
Durante la comida, Letizia se olvidó de su enojo y charlaron con la animación que solían, como si esos cinco meses de separación no hubieran existido nunca.Mientras la miraba reír tras escuchar uno de sus comentarios, Felipe se preguntó cómo había podido soportar pasar tanto tiempo sin verla.
El hermoso rostro de Leti resplandecía al hablar con él y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no abalanzarse sobre ella, y besarla, una y otra vez, hasta que por fin la joven se rindiera y aceptara ser suya para siempre.
Al terminar de comer, su vecino le prohibió terminantemente que lo ayudara a recoger y lo llevó todo a la cocina.
Al regresar al salón vio que Leti había salido a la terraza. Sin hacer ruido, se acercó a ella, contemplándola hechizado; la joven permanecía en pie, mirando el horizonte repleto de rascacielos, con ambas manos reposando sobre su vientre y una expresión soñadora en su rostro que lo fascinó.
Sin poder contenerse ni un minuto más, Felipe se acercó por detrás y la rodeó con sus brazos. Esta vez, Letizia no se resistió y apoyó la cabeza sobre su hombro.
Felipe besó su pelo mientras posaba una mano sobre su abultada cintura y, sorprendido, notó un ligero movimiento bajo la suave piel.
—Nuestra hija te saluda —murmuró Leti con los ojos cerrados.
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¿Vecinos? (Adaptación
FanfictionSeremos vecinos o algo más? Es una historia que no es mía, también la leí hace muchos años y me encantó, hoy deseo traerla ante ustedes para que la disfruten como yo en su momento ❤️