Lloro sin permiso

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Mi cuerpo llora sin mi permiso.

Llora en mares profundos y arrecifes muertos.

Llora en culpa y desesperación de la condena.

Las lágrimas brotan como polvo de tierra o como chispa entre rocas.

No es voluntario y es lo que más me molesta.

No merezco llorar, no merezco sentirme mal por algo que yo misma cause.

Pero el corazón no entiende que el de la culpa fui yo, que la condena es para mí el pecador.

Y llora, llora como agrio a dulce, la lucha entre la coherencia y el sentimiento no aguanta.

Entonces mi cuerpo llora sin mi permiso porque ni el mismo entiende porque me cause esto.

Si no entiende llora, si le duele llora, por todo llora sin mi permiso.

Arrastró amargamente las lágrimas de mis mejillas recordando que no merezco, y no merezco, pero las lágrimas no necesitan juez.

El dolor no necesita condena y la mente que perpetua en noche no abalanza sobre el alma.

Sufro y lloro, pataleo y grito, pero todo es sin mi permiso.

De mi: para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora