IX

251 19 82
                                    

A lover
or an enemy.

+18. 

Uno de los meseros levantó la tapa del pequeño plato para Matías, revelando un postre que posiblemente costaba tres veces lo que debía pagar por su alquiler. Matías le agradeció y con una sonrisa observó al hombre marcharse junto con los otros asistentes que le acompañaban, dejándole solo nuevamente con Juan Ignacio.

El hombre llevaba horas tomándose selfies y fotografías a su comida, mencionando que tenía que mantener a sus seguidores actualizados.

En la mente de Matías no tenia sentido que el adorado líder de la oposición estuviera permanentemente pegado a su teléfono, pero el le había dicho en varias ocasiones que era necesario. Algo había escuchado Matías con que Caruso se había conseguido sus primeros adeptos a través de las redes sociales. Algo así como esos influencers que poseen una carrera, pero no de los que mienten o se llaman todologos, y la utilizan en sus redes para ganar popularidad.

Matías mantuvo la sonrisa en su lugar cuando Juan Ignacio comenzó a grabar un video, con el flash activado. Al fondo podía escuchar los cuchicheos del staff del hotel en el que estaban cenando.

Había pasado toda la noche rehuyendo las miradas de todos los que no podían creer que el presunto siguiente Premier de la República se encontrara cenando con su recién estrenado prometido. Pero en varias ocasiones Matías había tenido que luchar contra la incomodidad que le provocaban los ojos insiquitivos y críticos.

A el le daban ganas de levantarse y correr, pero no creía poder escaparse nuevamente de Caruso. Existía un límite para el número de incendios que los hombres de Enzo podían provocar para salvarle del mal trago.

"Se que llevo horas diciéndotelo, pero me tenes cautivado con tu belleza esta noche, Mati." Matías sonrió nuevamente, actuando cohibido para inflarle el ego al político.

Entre más rápido le hiciera creer que le tenia entre sus manos, mejor.

"Así te lo diga mil veces no alcanza para todo lo que quiero expresarte, ¿sabes?" Matías sabía que el hombre esperaba un halago de regreso, por lo que no tuvo más que tragarse el disgusto.

"Vos también estás muy bien hoy, Juan Ignacio." Murmuró Matías.

"¿Solo bien?" Preguntó riéndose, mientras se echaba para atrás y abría las piernas, como un perro cuyo orgullo había sido golpeado. "Las meseras no me quitan los ojos de encima, ¿ya lo notaste?" A Matías no le gustó nada el tono que utilizo, pero se hizo el tonto.

"Lo sé, también los meseros." Dijo, llevándose una cucharada del pastel a la boca. "¿Te gusta que te confirmen lo que vos ya sabes, Juan Ignacio?" Preguntó.

El político se mordió la boca sin dejar de sonreír. "No me tomes por egolatra o narcisista, Mati. Es solo que me pregunto que pensarán los meseros..."

"¿Sobre qué?" Matías apoyó sus codos en la mesa, por primera vez en toda la noche genuinamente interesado.

"Sobre si fui yo el que tuvo suerte, ¿o si vos te llevaste el premio gordo?" Matías había escuchado cosas peores, por lo que forzó su sonrisa a ensancharse. "Digo, tu belleza es deslumbrante, pero seamos honestos: si no hubiera sido yo, ¿quien se habría molestado en tomarte en serio?"

Matías sabía que el había lanzado la primera piedra, y que había sido estupido de su parte jugar al listo con un hombre cuyo ego era dolorosamente frágil.

Aún así, ser consciente de todo eso no hizo que el ataque le doliera menos.

"Recuerdo que me enviabas muchas flores, y otros regalos..., ¿por qué?" Juan Ignacio dejo que su cabeza cayera hacia un lado, confundido. "Si no soy tan valioso, y si yo fui el que tuvo suerte, ¿por que molestarte conmigo?"

Little Dark Age | matienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora