IV: Encuentros y negación.

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Los días pasaban en Hogwarts, y Harry seguía atrapado en su propia negación y confusión. Evitaba a Malfoy tanto como le era posible, aunque sus encuentros ocasionales seguían dejándolo con emociones encontradas. No podía entender por qué cada vez que veía a Malfoy, una parte de él se sentía atraída, incluso cuando se negaba rotundamente a aceptarlo.

En una tarde soleada, Harry decidió dar un paseo por los terrenos del castillo, buscando un momento de tranquilidad para ordenar sus pensamientos. Mientras caminaba por el borde del lago, se encontró con una figura familiar sentada en la orilla, lanzando piedras al agua con expresión pensativa.

Era Luna Lovegood, una estudiante de Ravenclaw conocida por su perspectiva única del mundo y su conexión con las criaturas mágicas y los fenómenos inexplicables. Harry se acercó con curiosidad, sabiendo que Luna siempre tenía algo interesante que decir.

"Hola Luna", saludó Harry con una sonrisa leve. "¿Qué haces aquí?"

Luna levantó la vista y le devolvió la sonrisa con calidez. "Hola Harry. Solo estaba pensando en las criaturas acuáticas del lago. Son fascinantes, ¿no crees?"

Harry asintió, sentándose junto a ella en la orilla. "Sí, definitivamente lo son. Siempre hay algo nuevo por descubrir en Hogwarts."

La conversación con Luna le ayudó a despejar un poco su mente de sus propios dilemas internos. Hablaron sobre las criaturas mágicas, los secretos ocultos del castillo y otras curiosidades que solo Luna podía apreciar plenamente.

Más tarde, durante una clase de Herbología, Harry se encontró emparejado con una estudiante de Hufflepuff llamada Natalie. Era una chica tímida pero inteligente, y juntos trabajaron en el cuidado de las Mandrágoras. A medida que compartían conversaciones sobre las plantas mágicas y las técnicas de cuidado, Harry encontró un respiro momentáneo de sus propias preocupaciones.

Sin embargo, no importaba cuánto intentara distraerse con nuevas amistades y experiencias, el nombre de Draco Malfoy seguía resonando en su mente de manera persistente. Cada vez que lo veía en los pasillos o en el Gran Comedor, una chispa de emoción o incomodidad se encendía en su interior, recordándole la complejidad de sus sentimientos.

En la Sala Común de Gryffindor, Ron y Hermione notaron que Harry estaba interactuando más con otros estudiantes y participando en actividades fuera de su círculo habitual. Sin embargo, no podían ignorar la sombra de confusión que aún se reflejaba en sus ojos cuando el tema de Draco Malfoy salía a relucir.

Mientras Harry continuaba su batalla interna, su vida en Hogwarts seguía su curso. Una tarde, mientras caminaba por los pasillos del castillo, se cruzó con Draco Malfoy. Los ojos grises de Malfoy se encontraron con los de Harry, y por un breve momento, hubo una chispa de algo indefinible entre ellos antes de que ambos continuaran su camino en direcciones opuestas.

Esa noche, en la privacidad de su habitación, Harry se encontró pensando en los encuentros que había tenido durante el día. Recordó la serenidad y sabiduría de Luna, así como la amabilidad y dulzura de Natalie. Comparó sus interacciones con ellas con sus encuentros con Malfoy, y no pudo evitar sentir una mezcla de confusión y frustración.

"Luna es tan única y tiene una perspectiva tan interesante del mundo", pensó Harry para sí mismo. "Y Natalie es tan amable y atenta. ¿Cómo puedo estar sintiendo algo por Malfoy cuando hay personas tan increíbles a mi alrededor?"

Sin embargo, por más que intentaba convencerse de que sus sentimientos por Malfoy eran irrelevantes o simplemente una ilusión, su corazón no estaba de acuerdo. Recordaba la forma en que su corazón latía más rápido cada vez que veía a Malfoy, la incomodidad que sentía cuando estaban cerca y la extraña conexión que no podía ignorar por completo.

"Es imposible", murmuró Harry en voz baja. "No puedo sentir nada por él. No cuando hay personas como Luna y Natalie."

Pero por más que intentaba alejar esos pensamientos, seguían regresando una y otra vez, como una melodía persistente en su mente. La negación se había convertido en un muro que se estaba agrietando lentamente bajo la presión de sus propios sentimientos.

Al día siguiente, Harry se encontró nuevamente con Malfoy en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Mientras el profesor explicaba una técnica de defensa contra maldiciones, Harry notó la mirada de Malfoy posada en él de manera intensa. No pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda, preguntándose qué significaba esa mirada.

Después de la clase, mientras caminaba por los pasillos hacia la Sala Común de Gryffindor, la mente de Harry estaba llena de pensamientos tumultuosos. "No puedo estar sintiendo algo por Malfoy", se repetía una y otra vez, tratando desesperadamente de convencerse a sí mismo.

Sin embargo, por más que lo negara, una parte de él sabía que ya era demasiado tarde para ignorar lo que realmente estaba sucediendo en su corazón. Los sentimientos por Draco Malfoy habían tomado raíz, y aunque los intentara sofocar, seguían floreciendo con cada encuentro y cada mirada furtiva. La batalla interna de Harry estaba lejos de terminar, y el camino hacia la aceptación de sus verdaderos sentimientos sería una montaña rusa emocional llena de desafíos y revelaciones.

El Perfume de la Pocion Amortentia - DRARRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora