CHAPTER - 6.

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NGM; SECOND PART. DAYLIGHT
CAPÍTULO 6, BUENOS AIRES.

 DAYLIGHTCAPÍTULO 6, BUENOS AIRES

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LOLA'S POINT OF VIEW.





























Como era de esperarse, mi ciudad me recibió con el amor que siempre la recordaba. No había visto a mi familia tan feliz con mi presencia como ahora mismo. Después de casi 1 año fuera del país, por fin podía sentirme en casa sin forzarme demasiado a estar cómoda con mi alrededor; o acostumbrándome a un idioma que a duras penas entiendo, conociendo personas cada dos por tres con las que tengo que ser sociable porque sino voy a pasarme los últimos años de mi carrera sola, tratando de que me guste el paladar adulto porque no podía comer las milanesas que mi mamá hacía especialmente para mí. Pero sobre todas las cosas, amoldarme a no poder correr en los brazos de mi familia cuando las cosas me salen mal.

Hace dos días que estábamos en Argentina y no paré ni un segundo de recorrer toda la ciudad como si fuera la primer vez. Por el clima y el frío, no pudimos visitar bien la playa, pero me encargué de que los dos Italianos que tenía de amigos prueben los mejores puestos de comida y se encasillen en la perdición llamada alfajor de dulce de leche.

Alessandro ahora desayunaba mate con tortita negra. Y es algo que, desde que somos vecinos, jamás quiso intentarlo porque creía que era apropiarse de una cultura. Le dije miles de veces que era como ver a un brasilero comer pizza, y cuando a Ale algo no le parece correcto, no hay forma de que haga lo que vos querés.

Yo creo que fue el atractivo de Nicolas que lo hizo cambiar de parecer. La primera tarde que pasamos, mis hermanos nos visitaron y quisieron merendar con mis dos amigos. Primero, para conocerlos mejor. Y segundo, para sacarles información.

No tengo idea de que habló Nicolas con Alessandro, pero sabía que fueron conversaciones muy largas porque durante aquella tarde, fueron tres veces las que el termo se cargó con agua hirviendo.

Ahora mismo estaba preparando el bolso con las cosas que íbamos a usar, necesitar y comer para ir a la playa. Desde protector solar, agua, gomitas y demás cosas que hacían ver al bolso como si estuviera apunto de estrellarse.

— Creo que te olvidaste esto.—dijo Percy, mostrándome dos toallas y una frazada vieja que usábamos para la arena.

— La puta que me parió.—bufé, mirando el bolso que ya estaba perfectamente acomodado.

— No importa, lo pongo en mi mochila.—dijo, sonriendo.— Después vas a tener lugar, la comida desaparece rápido.

— Sí, tenés razón.—dije, colocándome los anteojos sobre mi cabeza para comenzar a caminar hacia el auto. No vivíamos lejos del mar, pero caminar bajo el sol y con la arena metiéndose en tus pies era un hecho que ninguno quería cometer.

nobody gets me,   matias soulé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora