¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
˗ˏˋ ♡ ˎˊ˗
—¡No es justo!— Se quejaba un castaño en lo que perseguía a un azabache hasta la habitación, este parecía estar ignorando al necesitado chico de ojos color miel, cuyo andaba realmente desesperado con una erección bastante notable entre las piernas —¡Oye, no me ignores!
Continuaba insistiendo, una y otra vez, no tenía pensado detenerse hasta conseguir lo que quería. Nuestro chico con ojos color amatista se estaba irritando por la insistencia del castaño, reconocía que la erección que tenia su novio comenzaba a ser dolorosa, pero sus inseguridades simplemente lo retenían más que otra cosa.
Por un lado, le gustaría satisfacer la reciente necesidad de su pareja, pero por el otro, estaba algo nervioso y con temor ante la idea de no hacer bien lo que debería de hacer, y no lograr satisfacer a Aquino. Por esta misma razón se había quedado dudando y pensando en lo que realmente debería de hacer, ¿Dejar que su deseo y curiosidad lo guíe o continuar dejándose llevar por sus inseguridades?
—¡Duxo!— Sus pensamientos se encontraron interrumpidos ante la aparición de un casi grito demasiado cerca de su oído derecho, saliendo de su pequeña burbuja que tan solo duro unos segundos.
—¡Oye!— Se quejo el más bajo entre ambos, notándose levemente alterado y asustado ante tal inesperada acción proviniendo de su chico castaño —¡Tampoco me grites!
El castaño solo dejo escapar un pesado y muy necesitado suspiro, mirando con ojos deseosos a su contrario.
—Duxo, por favor— Juntaba las palmas de sus manos a modo de imploración —No te estoy pidiendo mucho. Solo quiero que me devuelvas el favor— Rogaba esta vez con un tono de voz más calmado, aun así, su desesperación e insistencia continuaba permaneciendo.
Las mejillas del pelinegro se tiñeron de un leve carmín, tenía una expresión claramente nerviosa y muy indecisa. No estaba muy seguro de que hacer ni mucho menos como reaccionar, pero lo que sí tenía en claro, era que no quería dejar a su novio de esa manera, ni mucho menos decepcionarlo más de lo que se imaginaba.
No tenía ninguna otra opción más que ceder.
—Ugh— Un sonoro quejido notablemente tembloroso salió de los labios del más bajo, su mirada bajando hasta ver aquel grande bulto perteneciente a Aquino bajo sus pantalones —¿Sí lo hago me compraras unas nuevas gomitas?— Elevó nuevamente su mirada en lo que hablaba con un tono de voz algo demandante.
—¡Lo que sea!— Respondió al instante el desesperado joven de ojos ámbar, separando a la vez inmediatamente sus manos sudorosas.
Duxo se quedo callado por unos segundos para pensar correctamente lo que estaba por hacer, suspirando para dejar escapar un poco de su nerviosismo.