COMO DOS VIEJOS AMIGOS

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Noviembre de 2016

El mensaje fue conciso como siempre. La tarjeta en relieve era negra con oro. El águila se extendía por el globo debajo de la criatura.

Devlin suspiró mientras se levantaba de la cama y plantaba sus grandes pies sobre el suelo de baldosas. Gina se dio la vuelta y se envolvió en las mantas mientras que Gregory pasó un brazo sobre ella.

Devlin gruñó y el hombre se dio cuenta de su error y se volvió hacia Devlin, honrándolo con una sonrisa y un gruñido propio.

-Regresa a la cama.

-Me han llamado. Volveré en unos días. Sé bueno... o si no... – Devlin miró la espalda de Gina mientras decía esto, sabiendo que estaba despierta pero fingiendo dormir –

Devlin entró a la ducha para lavarse los excesos de anoche. El agua tibia no le quitó el pavor que sentía. Algo se movía, podía sentirlo.

Una vez vestido y se dirigió a la estación de trenes, donde abrió el casillero que tenía el mismo número que la tarjeta. Dentro había una memoria USB y un billete de avión. Abrió un pequeño paquete envuelto, prácticamente mareado por la anticipación.

Un regalo de "La Cabeza". Salió al sol y paró un taxi. El vuelo fue en tres horas, su timing fue siempre impecable.

El paquete contenía entradas para el teatro. La obra fue del antiguo griego Eurípides, Medea en el teatro Arcadia. La Biblioteca Alexandrina de la Universidad de Alejandría, Egipto.

-¡Ay qué divertido! El hermano mayor quiere llevarme a un espectáculo – Devlin se rió para sí mismo –

Devlin sonrió considerando la tragedia griega que iba a ver y la antigua ciudad en la que vería la obra.

"La Cabeza" no era un hombre con el que le gustara pasar mucho tiempo. Agradeció la mano amiga que le brindó hace tantos años. Y por supuesto, la riqueza. El dinero y los medios para crear los sistemas que el hombre quería. Pero a Devlin no le gustaba venir cuando lo llamaban.

Como un perro llamado a seguir. Como cuando trabajaba para la CIA.

Devlin pasó por el escáner en el aeropuerto sabiendo que se activaría debido a las prótesis metálicas que se había injertado en el cuerpo para aguantar las inyecciones de Compuesto X. Fue una distracción increíble pasar todo tipo de cosas hermosas a través de seguridad. Nunca derribarían un avión con él a bordo. Eso sería absurdo. Tampoco permitiría que nadie más acabara con su vida.

Sólo había una mujer que sostenía su vida en la palma de su pequeña mano y aún así persistía hasta el día de hoy. Ella ya no estaba y eso le irritaba. Devlin tendría que seguir viviendo y viajando por esta vida con dolor, con todas esas fantasías de venganza no resueltas.

No era saludable... pero él tampoco.

De vez en cuando, Devlin disparaba o torturaba a alguien que no le agradaba. Eso siempre fue divertido, hasta que dejó de serlo y entonces se sentía vacío.

La mujer a la que moldeo de forma similar ya no estaba. Nunca sentiría la liberación de sostener sus manos alrededor de su pequeño y suave cuello. Esos rasgados y marrones taladrándolo. La sensación de su liberación... la pequeña muerte y renacimiento entre los dos.

Si pudiera... ¿acabaría con su vida o la conservaría como un juguete placentero? Si estuviera viva, ahora tendría casi treinta años e igual olería muy dulce. Siempre había querido probarla.

Quizás contrataría a una "escort" asiática... alguien con ojos rasgados con quien jugar durante algún tiempo. No había estado con nadie asiático desde hacía mucho tiempo. Pero por ahora solo tendría que persistir en su reunión con "La Cabeza", aunque su compañía no era muy buena.

El Origen de la Pesadilla e historias del EspiaversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora