Séptima melodía:El despertar de los sentimientos

23 7 1
                                    

[

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[...]

Los rayos del sol se filtraban a través de la ventana de Lucifer Morningstar iluminando su habitación a las 5:58 a. m. El resplandor infernal irritó sus ojos, y poco a poco comenzó a despertar. Se sentó en la cama, su apariencia desaliñada era la de alguien recién levantado. Su cabello rubio estaba revuelto, y su expresión reflejaba la molestia de ser despertado por la luz del día.

Después de reaccionar y arreglarse un poco, decidió salir de su habitación. Bajó las escaleras en busca de Charlie, pero no la encontró a primera vista. Así que se dirigió a la cocina, con la esperanza de encontrar algo para comer. Allí se encontró con Alastor, el demonio de la radio. Aunque al principio no le caía bien, durante los días que había pasado en el Hotel, Alastor no se había comportado de manera ingrata. Aunque Lucifer no confiaba plenamente en él, ya no le molestaba su presencia.

Buenos días, Alastor —saludó Lucifer con una sonrisa irónica—Em...¿También estás aquí para prepararte el desayuno?—

Alastor levantó una ceja, sorprendido por la amigable conversación. Parecía que incluso los Señores del Infierno podían tener momentos de camaradería.

—¿Quién lo diría? —respondió Alastor con su característica voz melódica—. Pensé que su majestad solo comía almas en pena—Lucifer bufó ante la idea de Alastor,obvio era mentira,solo eran cuentos inventados por abuelitas para asustar a sus nietos.

—¿O es que simplemente no puedes resistirte a mi compañía?—

Lucifer rodó los ojos, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa. Alastor era astuto y peligroso, pero también tenía un encanto peculiar que a veces resultaba intrigante.

No te hagas ilusiones, Alastor. Solo estoy buscando algo para comer. No necesito que me sirvas el desayuno.—

El demonio de la radio se encogió de hombros, como si no le importara en absoluto. Sin embargo, cuando Lucifer abrió la nevera y encontró un par de huevos, Alastor se acercó y tomó una sartén.

Permíteme ayudarte, querido Lucifer. No querrás arruinar esos preciosos dedos con quemaduras, ¿verdad?—

Lucifer gruñó, pero no protestó. Alastor tenía razón: no era un cocinero habilidoso. Mientras Alastor preparaba los huevos revueltos, Lucifer se permitió recordar una ocasión anterior en el Hotel.
Una noche, cuando todos estaban ocupados con sus propios asuntos, Alastor se ofreció a llevar algunas cajas pesadas al almacén. Para Lucifer, cargar objetos no era un problema, pero Alastor insistió. Y, sorprendentemente, Lucifer no se opuso. ¿Por qué? Tal vez porque, en ese momento, Alastor no parecía tan malvado como siempre,es mas,era muy atento.

Terminó sus recuerdos y mientras Alastor continuaba cocinando, Lucifer notó algo diferente en su mirada. Un brillo inusual, una chispa de interés. ¿Podría ser que el demonio de la radio sintiera algo más que simple camaradería? Lucifer se sintió incómodo, como si estuviera atrapado en una trama de novela barata. Era absurdo.

ਏਓ ⸙̭Melodías De Almas Perdidas⸙̭ ਏਓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora