Capítulo 3: Un almuerzo con caída de postre

15 0 0
                                    

Podría hacerme el tonto y fingir que mi pequeña "aventura" de ayer no tuvo consecuencias, y que Billy nunca se enteró de lo ocurrido, pero eso sería demasiado descarado, incluso para mí.
Sabía perfectamente en lo que me estaba metiendo, y aun así decidí apagar el cerebro para hacerle caso a mi muy oxidado instinto de supervivencia. Spoiler alert, eso nunca resulta bien. De sobra está mencionar que no recibí aplausos ni felicitaciones, al contrario, ahora podría decirse que estoy ¿castigado?, esperen, ¿Eso es posible?, quiero decir, ni siquiera mi madre me castigaba cuando era pequeño, y de repente me encontraba encerrado con llave en una habitación que se sentía casi tan grande como el hueco que se estuvo formando dentro de mí los últimos meses.

En fin, no quedaba más que aceptar mi destino y seguir, por lo que aproveché que el móvil era lo único que tenía como distracción y decidí llamar a mamá. Al carajo la estúpida idea de sorprenderla, si después de todo el único imbécil fui yo creyendo que lo que quería se sobrepondría a lo que debía hacer por obligación.

*
Era cerca de mediodía cuando Billy me dijo que a la producción del programa se les había ocurrido la brillante idea de organizar un almuerzo para conocerme y asegurarse de que me sintiera bienvenido, además de presentarme al resto de los jueces que me acompañarían, a los encargados de vestuario, maquillaje, camarógrafos, y bla, bla, bla. Ese plan no era precisamente algo que me entusiasmara, considerando que no hay nada que odie más que conocer gente nueva y tener que forzar una conversación. De todos modos no es como si pudiera negarme, de una forma u otra me terminarían arrastrando contra mi voluntad, así que pensé que mientras que la comida estuviera rica, no tenía problema en asistir. Oh excepto que si había un problema, esperen, no era un problema, diría más bien una molestia, y una que tenía nombre , apellido y unos ojos tan grises como una maldita nube de lluvia.

Cuando trabajas en el mundo del espectáculo te acostumbras a lidiar con todo tipo de personas, desde las más lindas y dulces, hasta las más detestables e intolerantes, y sin dudas Kai Morris era lo segundo. Me bastó tratar con él por menos de media hora para darme cuenta que ese tipo era todo menos agradable, y que incluso si se esforzara por serlo fallaría en el intento. Personalmente nunca me gustó ser grosero con la gente y siempre traté de dar lo mejor de mí, aunque no fuese el mejor de mis días, pero solo imaginar que debo acostumbrarme a verle la cara todos los días hasta que el programa termine de grabarse, solo hacía que la vena de mi cuello amenazara con reventar. Sin embargo, este era un paso grande en mi carrera y la oportunidad de tener mayor visibilidad si me atrevía a soñar con una gira internacional, por lo que una enemistad en mi nuevo ambiente laboral era algo que ni siquiera se me podía cruzar por la cabeza, al menos que quisiera ser catalogado como un completo idiota que no es capaz de comportarse con sus compañeros. Ya me había hecho la idea de convivir con él durante las grabaciones, pero al menos iba a tener un día más para lograr que mi cerebro se pusiera en modo avión cuando estuviésemos cerca. Pero ahora íbamos a comer en el mismo lugar, y hacer de cuenta que era la primera vez que nos veíamos. ¡Tierra trágame de una vez por favor!

*
Bajé del auto en cuanto el chófer nos avisó que habíamos llegado. Estábamos en lo que parecía ser una residencia privada, rodeada de enormes y pintorescas casas adornadas con los más bonitos jardines.

- ¿Eh, Bill? Quieres decirme donde se supone que estamos, ¿No que veníamos a una modesta comida de trabajo?- Le pregunté mientras este se disponía a tocar el timbre en una de las casas, que más bien parecía un búnker de guerra por lo protegida que estaba entre rejas y portones.

- Comida de trabajo sí, modesta, no exactamente. Aquí vive Tom, el dueño del canal que produce el programa, y bueno, en resumen, todos los programas conocidos por cualquiera que tenga una televisión.

Encuéntrame en una canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora