Capítulo 4: ¿Noche estrellada o estrella eclipsada?

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- ¡Tienes diez segundos para explicar que carajos es esto! - Pronunció Billy arrojándome una revista a la cara.

- Ese no soy yo, me confundes con alguien más. Pero tranquilo, pasa todo el tiempo - Le dije haciendo a un lado la revista y evitando cualquier contacto visual con él que me dejara en evidencia.

*
Si bien constantemente me digo a mí mismo que odio ser tratado como un bebé, fue exactamente como me comporté ayer. Un segundo le llevo a ese paparazzi tomar la foto, y un segundo me llevo a mí pararme del suelo y abandonar la reunión sin dar explicaciones. Cuando me di cuenta de lo que había hecho, ya estaba en la calle corriendo como si no hubiese un mañana, rogando que el suelo se abriera y me succionara de una vez por todas.

Las horas pasaron sin que me diera cuenta, y con ellas el deseo desaparecer se volvía más y más grande. Estaba andando sin rumbo, o quizás simplemente dando vueltas en círculo, siendo honesto, a estas alturas ni yo sabía lo que hacía. El cielo se tornó oscuro dando paso a otra cálida noche en San Francisco, donde los jóvenes se preparaban para asistir a divertidas fiestas, mientras los más grandes salían a cenar o simplemente pasear por las iluminadas calles de la ciudad. Y ahí estaba yo, sin importarme en lo más mínimo que alguien pudiera reconocerme. Pensé que, si me repetía que mi vida era como la del resto, acabaría por creérmelo, por más estúpido que eso sonara. Pero, ¿Qué carajos me estaba pasando? Durante años he dedicado todos mis esfuerzos a construir una vida de ensueño, planeando meticulosamente cada detalle de mi futuro y abriéndome paso en un mundo que resultaba tan desconocido como fascinante, y ahora que lo he conseguido, ¿Qué sigue?

Sin planearlo terminé caminando por debajo del puente Golden Gate a altas horas de la noche, con la esperanza de que me arrastrara la corriente, pero luego de unos minutos, me senté junto a unas rocas, alcé la vista al cielo y una hermosa sensación de paz invadió todo mi ser. No sé cuánto tiempo permanecí así, sin pensar en nada, solo observando las estrellas y dejándome cautivar por el precioso sonido del silencio, o al menos hasta que apareció él.

- ¡Esto tiene que ser un jodido chiste! De todos los lugares fi fis donde alguien como tú podría ir, decidiste venir al único rincón de la ciudad al que acudo cuando necesito pensar - Dijo Kai apareciendo cual fantasma en la oscuridad de la noche.

- Tú no te cansas, ¿verdad? - Hablé levantándome del sitio en el que tan cómodo me encontraba hace un segundo.

- ¿De qué?

- De ser tan... bueno tan tú.

Rodé los ojos, e ignorando su presencia comencé a caminar, pero casi como si fuera costumbre entre nosotros, Kai se atravesó en mi camino antes que pudiera seguir avanzando.

-No tan rápido niño bonito - Habló deteniéndose a una distancia bastante escandalosa con respecto a mi cuerpo.

- Ah, ¿Con que te parezco bonito?, bueno ya veo hacia donde va esto - Le digo empujandolo levemente para que se apartara y dejando al descubierto una pequeña sonrisa burlona en mi rostro.

- Ya quisieras.

De repente se creó una atmósfera un tanto extraña y el silencio nos envolvió llevándose consigo todo rastro de lo que pudo ser otra típica batalla por ver quién tiene la razón.
No lograba comprender porque no podía simplemente irme y dejarlo allí. Estaba estático, adormecido y con los ojos clavados en los suyos, como si hubiesen lanzado sobre mí algún tipo de embrujo. De todos modos, él tampoco hacía el intento de moverse o si quiera decir algo que pudiera sacarnos de esa incómoda situación, sino que se limitaba a repetir la misma acción de mirarnos mutuamente como bobos que se quedaron sin argumentos.

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