«No puede ser.» Reitero dentro de mi cabeza una y otra vez, angustiada hasta la médula desde hace horas.
Apenas pude tragar bocado durante el desayuno debido a que mi garganta permanece atorada con un sinfín de sentimientos encontrados. Miedo, esencialmente, cabe recalcar.
Que Drew haya penetrado en mis obras con tanta facilidad es realmente preocupante, puesto que se supone que él forma parte de mi pasado como protagonista de los recuerdos más tristes de la vieja Halley mientras que el arte, pintar, dejarme llevar por los colores, verme envuelta entre pinceles y expresarme a través de trazos es algo que le pertenece exclusivamente a Phoenix.
«Y Andrew Ackerman no debería tener cabida en ello.»
El actual estado convulsivo de mi mente podría ser perfectamente comparado con olas de gran energía generadas por un maremoto. Un fenómeno complejo a la vez que extraordinario, que suele trae consigo incontables estragos, caos y toneladas de calamidad.
En medio del lúgubre y catastrófico panorama desatado en mi cabeza, un curioso papelillo cae con la fragilidad de una pluma sobre mis pies cuando abro mi casillero.
El efecto que produce es similar a si un tímido rayo de Sol descendiese hasta posarse en la punta de la ola más alta, el poder de su luz ejerciendo una onda expansiva que transmite serenidad y armonía; a continuación, ya no hay rastros del tan temido evento climático, solo un pasivo mar en calma.
Una delicada lluvia de pétalos azules sigue el ejemplo de la carta misteriosa cubriendo mis zapatillas y sonrío emocionada. Tengo una buena idea acerca de qué puede tratarse todo esto y apenas puedo ocultar mi expectación.
Tomo la hoja del suelo y desdoblo los pliegues con cuidado, acariciando al mismo tiempo su áspera textura gracias a las yemas de mis dedos.
“¿Irías al baile conmigo?”
Debajo del mensaje, la mitad de un corazón hecha con la huella digital de un índice izquierdo manchada de rojo descansa vívida y aguarda ansiosa por una respuesta positiva.
Por arte de magia quizás (o mediante las vías tradicionales ya que me encuentro bastante ensimismada para notarlo) Luke aparece a mi lado sosteniendo un frasco repleto de tinta color carmesí.
—¿Acaso esperas que me quede con los dedos manchados durante todo el día, Callahan?
Ni siquiera soy capaz de filtrar el entusiasmo contenido en mi voz a pesar de la pregunta pretenciosa.
—¿Acaso no valgo la pena, señorita Phoenix? Porque debes admitir que realmente me he esforzado aquí, ¿de acuerdo? Tuve que levantarme antes del amanecer, cuando sabes como nadie cuánto odio tener que despertar temprano, y sobornar generosamente al conserje para que me permitiera entrar antes del horario permitido para prepararlo todo. Además, ¿sabes lo difícil que es conseguir rosas azules? —Me encojo de hombros ante su pregunta retórica a modo de “lo siento, son mis flores favoritas, ¿qué puedo hacer?”, exculpándome de los cargos que se me imputan—. En resumen, teniendo en cuenta mi incuestionable entrega durante la tarea, creo que lo mínimo que podrías hacer para compensarme es ensuciarte las manos, aunque sea un poquito.
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Reinventados
RomansaA pesar de las pesadillas ocasionales a las que ya se ha acostumbrado, Halley Bishop cree tenerlo todo perfectamente bajo control. Ha guardado en un cofre con cerradura de titanio el peor episodio de su vida, y lanzado la llave en lo más profundo d...