El timbre resuena junto a la promesa de un merecido descanso después de diseccionar a media docena de ranas inocentes durante la lección de Biología, suspiro a la par que acaricio una de las patas inanimadas de la pobre criatura abierta en dos sobre mi mesa.
Varios de mis compañeros corren a vomitar mientras suelto un suspiro tratando de no unirme al “Equipo Náuseas”, aunque es difícil contener mis arcadas cuando los ojos negros e inertes de Mitzi me observan con desprecio.
—¿Y cuál es nuestra siguiente clase? —La intervención de Andrew aleja mi mente del supuesto plan de venganza de una rana muerta.
Con el embrollo y la culpa instalada en mi alma protectora de animales, casi olvido que es mi oportunidad para librarme de él al menos por una hora.
—Ya es tiempo de almorzar. La mayoría irá a la cafetería y planeará una salida para el final de clases. Es el momento ideal para que conozcas a más personas.
¿Se nota cuánto quiero que me deje en paz? Desde que fui cordial con él en la mañana no ha dejado de intentar buscarme la lengua. No había calculado cuán irritante sería tenerlo como compañero de mesa durante el curso.
«Cambio de planes: si vomito, será sobre él.»
—¿Tú qué harás?
«Eso no te importa, imbécil.»
—Iré a mi escondite secreto.
A pesar del énfasis en mi última palabra, un matiz especial que podríamos traducir en: “no te atrevas a preguntar”, él pregunta:
—¿Puedo ir contigo?
Sus ojos de cachorro desamparado no me engañarán como lo hicieron con Mandy.
—Es… secreto —insisto en mi negativa y me marcho sin ningún tipo de remordimiento.
—¿Dejarás al chico en sillón de ruedas tirado en medio del pasillo?
Que juegue al papel de víctima sacude mis terminaciones nerviosas y no puedo evitar verter una pizca de veneno sobre la cuestión.
—Ayer hice lo mismo con tu saludo, ¿qué te hace dudar?
—Creí que seríamos amigos.
No es su tonillo lastimero el que me hace reflexionar.
“Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca.” ¡Odio a la tía Sally y sus malditos y súper útiles consejos!
—Pensándolo mejor…
…
—Chicas, he traído a un invitado a nuestro club.
—¡Andrew! Sé bienvenido.
Maia lo recibe con los brazos abiertos mientras su melliza lo inspecciona detenidamente.
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Reinventados
RomanceA pesar de las pesadillas ocasionales a las que ya se ha acostumbrado, Halley Bishop cree tenerlo todo perfectamente bajo control. Ha guardado en un cofre con cerradura de titanio el peor episodio de su vida, y lanzado la llave en lo más profundo d...