Hyunjin fue criado para ser una máquina de combate y jamás mostrar ningún tipo de misericordia con el enemigo, desde que tenía memoria siempre había sido cruel con quien lo merecía.
En medio de una misión de alta importancia Hyunjin conocerá más all...
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—Bangchan… Mierda. —golpeó su reloj mientras seguía corriendo, perdiéndose por todos los callejones posibles —¡Bangchan!
—¡¿Qué ocurre?!
—Lo tengo, tengo el paquete. —Los disparos comenzaron a escucharse más cerca, Hyunjin hizo lo mejor que sabía hacer, correr.
—¡Perfecto! —grito entusiasmado— ¿Y dónde estás?
—No lo sé… ¡A punto de ser asesinado!
—¡Mierda! —El alfa se detuvo en cuanto sus piernas colapsaron— Min, rastrea su ubicación. —Escuchó la orden— Enviaremos al personal por ti, ¡Buen trabajo!
El alfa respiró agitadamente y colgó. Justo cuando estaba apunto de volver a correr, un comando de alfas vestidos de negro se atraveso en su camino.
—¿Hola?¿Que cuentan? —Pregunto tranquilo— Me duelen las piernas, pueden decidir pelear o…
—¡A él!
—Bien. —Guardo la pequeña usb en la hebilla de su cinturón y comenzó a esquivar a los alfas.
Patadas y puños volaban por partes, a pesar de ser superado en número, logró mantener pelea con todos y cada uno de ellos.
—¡Hwang Hyunjin! —Hwang dejó de patear al alfa y volteo a ver al otro alfa que vestía ropa fina y elegante —Eres una máquina de combate, quién lo diría. —Rió amargamente mientras se acercaba —Noqueaste a veinte alfas en solo… —Miro su reloj y volvió a sonreír— Diez minutos.
—Nuevo récord, apunta eso. —Se burló.
—Ahora, me darás esa usb o quieres que te rompa esa cara de niño galan.
—¿Qué crees? —Choi Yeonjun gruño molesto, esa soberbia que caracteriza al alfa Hwang era digna de colmar la paciencia.
Con el cuerpo a punto de colapsar, Hyunjin comenzó a recibir los golpes del otro alfa. Era hábil, eso no podría negar.
Pero no más hábil que Hwang Hyunjin.
Aunque tener el cuerpo casi a medio colisionar no era para una ventaja, Yeonjun lo lanzó hacia el final del callejón, Hyunjin sintió sus espalda golpear con la fría banqueta.
—Dame eso y te perdonaré la vida.
Hwang se quejó del dolor, tendría que ir a un quiropráctico después.
Su reloj emite un sonido, había llegado por él.
Juntando las pocas fuerzas que le quedaban, se puso de pie de un salto, pateo las pantorrillas de Yeonjun y corrió hacia el otro extremo del callejón. Justo hasta la calle.
—¡Jamás podrás contra mí! —grito del otro lado— ¡Tu y todo tu clan me la pueden…!
No pudo continuar al sentir que un auto lo lanzaba hasta el otro lado del planeta.
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