Los barcos estaban lístos para partir, eran muy grandes, sus belas aún estaban atadas al mastíl, los capitanes del barco esperaban en el mastil y los guerreros se despedían de sus familias.
Si Velour era un reino algre y confiado, ahora estaba tenso y dudoso. La guerra no los amenazaba muchas veces, y no era seguido el tener que despedirse de un familiar que seguramente no regresaría.
Kamari no tenía familia ahí, y sus compañeros tampoco, así que fueron los primeros en subir al barco. El viento salado golpeaba la cara de Kamari, como un viento de despedida. Ella sabía que nadie la esperaba ahí, que nadie la esperaría con una taza de de té en la mesa y le diría "Bienvenida, estaba muy preocupada por ti"
La única persona que la esperaría de esa manera esta seguro detras de los muros del castillo, Elio es por el único que regresaría, pero también sabía que no siempre estaría ahí.
Kamari desde la cubierta del barco, veía como cada soldado se despedía de sus madres, de sus hijas y sus hijos, de como una niña le preguntaba a su padre "¿Volveras en mi cumpleaños?" o tambien como una madre le decía a su joven hijo "Vuelve sano y tapate bien, no te vayas a resfriar"
A veces Kamari desaba tener una familia así, pero así como la tomaban no podía tenerla, seguro la perdería facilmente o solo se quebaría.
A su lado estaba Katy, era muy callada pero siempre se mantenía a su derecha, en silencio y firme.
- ¿Cómo se siente que alguien te espere?- pregunto Kamari.
- No lo se, hace muhco ya no tengo esa sensación- respondió Katy.
- ¿Y tu familia?- cuestionó y volteo a mirarla- hace cinco años estaban bien ¿Qué paso?.
- Hace dos inviernos que fue bastante duro, así que tuvieron que mudarse más al norte, yo fui la que me quede- respondió y Kamari no volvió a preguntar.
La converzación se quedo en el aire y esperaron a que el último soldado subiera al barco. Cuando todos los barcos estuvieron listos, dieron la orden de salir a mar abierto.
Uno por uno, los barcos salieron, y los botes pequeños como los de pesca e hacían a un lado, dandole el paso a los barcos.
El reino se despidió de ellos, muchos corrieron hasta la horilla del puerto y alzaron sus manos o sus pañuelos para despedirlos, gritaron sus nombres y sus esperanzas.
Entraron a mar abierto y este parecía tan tranquilo y silencioso que no parecía el mismo de siempre.
Los marineros decían que era por que la Diosa Meridia estaba de su lado y los estaba ayudando en su viaje, puesto que el viento y las olas estaban de su parte y el capitan calculaba llegar en tres noches.
Kamari estaba contenta con esa predicción, así que bajo a cubierta una vez que dejó de charlar con el capitán del barco, pero le inquietaba que las olas estaban demasiado tranquilas.
Caminó cerca de la borda y miraba las olas, se mecían de un lado a otro y chocaban contra el barco. Siguió caminando hasta encontrarse con Dax, que estaba sentado en el suelo y parecía que quería vomitar, su piel clara estaba muy pálida y hasta parecía que se pondría verde.
- Dax ¿Qué haces? - dijo Kamari cuando lo vio.
- ¿Alguna vez te dije que los barcos me marean?- contesto y al terminar llevó su mano a la boca insinuando que iba a vomitar. Kamari soltó una carcajada y le hacercó un valde pequeño de madera.
-Anda vomita ahí, los peces no querran comer tu asqueroso vomito- dijo casi riendo.
- ¿Qué? ¿el pincipito no soporta la marea?- se burló Nyx
- No es como si viajara mucho en barco -respondió de manera agresiva, o casi agresiva- ¿Cómo es que soportan estar aquí?.
- Pues la tarea der una asecina implica viajar en barcos y hacer tu trabajo, entonces, si quieres te rajo el cueyo y te quito el sufrimiento de la marea- bromeó Nyx.
- No gracias Nyx, lo necesitamos a él y su ejercito- dijo Kamari sonriendole.
Nyx rodó los ojos y se fue a paso lento a las habitaciones del barco. A Kamari le daba risa la relación de esos dos, siempre pelaban por tonterías, mientras que los demás solo veían o se iban.
Al ver que Dax estaba un poco mejor, Kamari también fue a s habitación correspondiente, quería dormir un poco, pero también tenía que saber como son aquellos seres a los que se enfrentará.
Entonces, cuando llegó a su habitación, pequeña pero comoda. Se acercó al escritorio de al fondo y ensendió la luz que colaba del techo y s emecía un poco. Se sentó y abrió uno de los libros de historia que tomó prestados de la biblioteca del castillo y de la fortaleza Miridia.
El libro tenía letras pocos legbles así que el leerlo constaría algo de trabajo y se tardaría más de lo normal.
El libro cntaba historias de como se veía el inframundo, de que era un lugar mágico pero despiadado, y que los que habitan ahí fuern humanos alguna vez, pero cometieron tantos pecados que su alma viajó ahí, y el rey del lugar un tal Thanatos expirementaba con esas almas, les daba forma les daba vida, las moldeaba como cerámica y una vez terminadas las sacaba al aire libre y observaba como eran, si eran aptos de vivir en su castillo o solo abandonarlos a su suerte en ese lugar que ardía y quemaba.
Se le erizó el cabello de la nuca y sintió un escalofrío recorrer su espalda. El solo imaginar que podía moldear a un ser vivo como si fuera nada, le daba miedo. El libro mostraba imágenes pintadas a mano, pintaban seres tan desagradables que a Kamari le dieron ganas de vomitar. El inframundo era como decían, un lugar quemante y desagradable, un lugar dónde vivía la obscuridad, dónde no había vida, todo era de un color rojo y negro.
Las horas pasaron y pronto oscureció, Kamri solo salió por una manzana a la cocina y regresó a su habitación, siguió leyendo las historias de terror que contaban, las leyendas que se exparcían de boca en boca, de los misterios de las sombras que algunos ancianos decían.
La cubierta del barco pronto quedó en silencio y lo único que se escuchaba eran las olas chocar contra el barco y los silvidos del aire entre las cuerdas y la madera.
Pronto el sueño la empezó a atacar, sus ojos se estaban cerrando. pero la despertó repentinamente un golpe en la puerta.
- ¿Quién?- pregunto pero nadie contesto. Se levanto de su silla y caminó a la puerta, dispuesta a abrir la puerta. Toco el cerrojo y estaba a punto de abrirla, cuando alguien le habló por detras.
- Ya entré gracias...
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Inframundo
FantasyAquí solo habrá una pregunta. ¿El deber lo es todo? Tal vez por honor u obligación no hay tiempo ni espacio para el amor, y mucho menos en epocas tan aterradoras. Kamari se hara la misma pregunta una y otra y otra vez. Cada minuto que pasa se hara l...