Si Raditz sabía que luego de salvar a Nappa en el planeta Zun tendría que soportar una tortura entrenando con él, lo habría dejado morirse.
Ya era el segundo día seguido en el que estaba siendo utilizado como saco de boxeo por Nappa. Al menos esperaba un aumento decente en sus poderes, los suficientes para que sus compañeros saiyajins dejen de despreciarlo.
Hacía años que no entrenaba con tanta intensidad. Cuando acompañaba al calvo en sus sesiones de entrenamiento, era más para burlarse de que los Saibamans eran casi tan poderosos como él, pero ofrecían un reto mayor.
Y el musculoso saiyajin tenía toda la razón.
Raditz era un arma de un único disparo, dos a lo mucho. Al no interesarle controlar su energía, dedicándose simplemente a dispararla con toda la potencia posible, terminaba exhausto muy rápidamente.
Sus cansados ojos se enfocaron en los dos Saibamans bastante lastimados, pero aún en condiciones de seguir peleando. Detrás de ellos estaba Nappa, cuya risa retumbó en las paredes de la sala de entrenamiento.
- Nada mal, Raditz. Fue como te dije antes de lanzarte contra ese Zun bastardo.- Nappa no pudo contener la escandalosa risa que se escapaba de sus labios. - ¡Ahora eres capaz de enfrentar a dos Saibamans al mismo tiempo sin terminar en el suelo antes de un minuto, todo un récord para ti! ¡Sí mi poder no hubiese aumentado, estaría preocupado de que me puedas alcanzar!-
- ¿Hablas antes de que haya tenido que salvarte?- Preguntó Raditz, con una sonrisa de desprecio. Se levantó como pudo, desviando su atención de las criaturas verdes al musculoso saiyajin.
Las burlas y carcajadas de Nappa se detuvieron y fueron reemplazadas por el sonido de sus enojadas exhalaciones. - Bien, sí así lo quieres. Basta de juegos.-
El sonido de explosión lo distrajo. De un movimiento con sus dedos, Nappa desató un ataque de energía que fue suficiente para desintegrar a los dos Saibamans. Lo siguiente que supo era que el oxígeno se le salía del cuerpo y volvía a estar contra el suelo.
- Vamos, Raditz. Levántate.- Ordenó con desprecio Nappa, posando su pie derecho sobre el pecho del saiyajin de gran melena. - ¿Así fue cómo mataste a ese Zun cara de mierda?-
Raditz intentó levantarse, pero intentó girar su cuerpo para quitarse el pie de Nappa de encima, fue derribado por una patada en el rostro. Podía sentir la sangre salpicada en todo su rostro y vio el líquido rojo manchando su armadura y lo primero que pensó fue en cerrar sus ojos para fingir estar inconsciente.
Pero sólo fue para peor.
- ¡Oye, no te duermas, aún no termino contigo!- Al golpearlo con un puñetazo en el estómago, Raditz gruñó con dolor. - Sí tan sólo tu padre nacido en la inmundicia te viera ahora...-
- ¿A qué quieres...?-
- Por sí no lo sabías, tu padre también nació en la clase baja entre los saiyajins. A pesar de eso, no tengo idea cómo, se volvió uno de los saiyajins más poderosos de nuestro planeta. Los rumores decían que con cada pelea, Bardock siempre aprendía algo o su poder aumentaba. Yo luché junto a él en las conquistas más importantes que nos encargaban y se comportaba como un verdadero saiyajin de élite. Era más poderoso que yo, un miembro de las familias más poderosas de los saiyajins. Los bastardos débiles de tu calaña querían que luche contra el Rey Vegeta por la corona, pero él nunca quiso. Al tú ser su primogénito, aunque con un poder decente pero insuficiente para al menos ser considerado un guerrero de clase media, decidimos enlistarte en las filas del escuadrón del príncipe Vegeta con la estúpida creencia que te volverías poderoso. ¡Pero ni siquiera puedes darme un maldito golpe!-
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La Venganza De Un Príncipe
Science FictionVegeta, Nappa y Raditz trabajaban desde que tenían memoria bajo las órdenes de Freezer. Siempre fueron menospreciados, incluso por seres de bajo rango, considerándolos simples bestias incivilazadas y amantes de la destrucción. Puede que para los tre...