HIKARUEstaba con el mejor hombre que he podido conocer, el mejor regalo que me ha podido regalar la vida; mi mejor amigo, Keidan.
No soy de esas personas que demuestran afecto, al contrario a muchos no les caigo bien por ser “odiosa y fría”. Creo que mi cariño es algo exclusivo que no cualquiera tiene, es un privilegio. Alguien que siempre ha gozado de ese privilegio es él. Recuerdo la noche en la que lo conocí, fue la mejor noche de mi vida; nos conocimos en la playa. Era una niña de seis años vacacionando en la playa junto a su hermana mayor, era una noche que traía y llevaba una brisa abrazadora, fui a contemplar la majestuosa luna de aquella noche. Estaba sentada en la arena mirando hipnotizada y enamorada a aquella belleza, alguien se sentó a mi lado, no le di importancia ya que creí que era mi hermana y cuando volteé a ver no era quien yo creía, sin embargo; no me asusté por la repentina aparición de aquel desconocido, me sentía en paz.
Hablábamos y hablábamos sin parar como si nos hubiéramos conocido desde recién nacidos, nos conocimos bastante esa misma noche. Cuando menos nos dimos cuenta ya estaba amaneciendo, vimos el hermoso cielo pintarse de lindas tonalidades naranjas mientras que el sol comenzaba a dar su cálido abrazo. Luego de eso cada uno tomó su camino, cuando entré a primaria por primera vez lo volví a ver a él; desde ahí supe que sería una gran parte de mi vida y mi alma. Conozco todo de él, su vida, sus miedos, sus motivaciones, él conoce todo lo mío. Siempre he creído que él llegó en el momento que más lo necesitaba, en el momento que mi alma y corazón estaban terminando de romperse él llegó a juntar y volver a armar aquellos pedazos que no había roto. Keidan también dice que yo lo salvé, ambos fuimos nuestra salvación.
Casi nunca suelo decirle a Keidan cuánto lo amo, no de forma romántica, sino un amor de hermanos. Él tampoco lo hace, pero ambos sabemos perfectamente la conexión que tenemos y hemos tenido desde aquella noche.
—¿Qué quieres hacer hoy un jueves sin clases?
—No lo sé.
—Yo tampoco—Me respondió.
Noté como la puerta de mi casa se abría, detrás de ella entraron los Haitani y mis hermanos. Ran al mirarme me sonrió.
—¿Ya tienes pensado algunas ideas de qué haremos en el proyecto?
—Aún nada ¿Tú?
—Tampoco
—Después de todo, tenemos bastante tiempo.
Ran asintió.
—Cinco meses es el tiempo perfecto, lo malo es que es por etapas.
—Sí—Dije asintiendo con un suspiro.
—¿Vamos a tu habitación?—Me murmuró Keidan, asentí.
Subimos las escaleras hasta llegar a mi habitación, al entrar cerramos la puerta pero yo abrí las puertas que daban al balcón, hacia un poco de calor. Keidan se acostó en mi cama plácidamente mientras buscaba qué ver en la pantalla.
—¿Qué película vamos a ver?
—No tengo ni la menor idea ¿Alguna sugerencia?
—Tampoco tengo ni la menor idea.
Keidan seguía buscando algo interesante en la pantalla, yo mientras estaba con mi celular, revisando mis redes sociales, respondiendo mensajes, etc.
—¡Ya sé!
—¿Qué?
—𝑽𝒊𝒏𝒐 𝒚 𝒄𝒂𝒓𝒕𝒂𝒔.
—Me parece una excelente idea, tú busca las cartas. Están en la estantería donde tengo todos mis libros, en el último cajón—Reí
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𝑶𝒅𝒊𝒂𝒓 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆... || Ran Haitani.
أدب الهواةEran piezas que encajaban perfectamente, mas no eran del mismo rompecabezas.