Especial

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Actores/Omegaverse

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Las grabaciones del día estaban por finalizarse, la última toma fue capturada dejando en evidencia un posible desenlace donde la protagonista por fin se habría decidido por Manuel Fuente Guerra, dejando desahuciado a Adolfo Solís que en pantalla se observaba como miraba triste, fingiendo no conocer a Matilde que se presentaba como la esposa del hacendado.

— ¡Corte!, la escena finalizó. Es todo por el día de hoy.

Varios suspiros se escucharon en el set, por parte de actores y encargados de producción, los principales protagonistas con una sonrisa cansada pasaron a despedirse.

— Muy bien echo, felicidades de nuevo.

— Eso dice todos los días Fernando, desde que inicamos la novela — decía Noriega alejándose del espacio de grabación despidiendose de la gran cantidad de actores presentes. — Hasta mañana, tengo que ir rápido a que me quiten esto por que ya no aguanto el corset.

— Hasta mañana, ¡Nos vemos!

De igual forma Fernando Colunga se despedía de cuanta gente podía, retirandose rápidamente hasta su camerino donde la mayor parte del tiempo estaba vacío.
Al entrar cerró la puerta tras de sí y soltó un suspiro aliviado, estar tras de camaras le fascinaba, era su trabajo, su pasión a final de cuentas pero al final del día los estragos de toda la acción tomaban represalias.

— ¿Donde deje esa ropa? — murmura buscando en el desorganizado lugar su camisa.

Mientras buscaba con la mirada la dichosa prenda, se quitaba el saco que su personaje solía portar, mientras lo hacía practicaba en voz alta las lecturas del guión que habría de repasar para la siguiente grabación próxima y tras no encontrar su camisa se dispuso a tomar una que tenía en el tendedero de su espacio y se propuso a salir tras colocarse un poco de su loción.

Para cuando salió del camerino se percató que aún había gente haciendo vueltas, buscaba con la mirada alguien a quien ayudar así que fue a preguntar si podía ser útil a lo que en todas las ocasiones le negaron.

— Muchas gracias señor pero insisto, ya puede retirarse, hasta la señorita Noriega ya se fue, y ya ve como tarda en quitarse ese vestido.

— Bueno, bueno... De casualidad tú ya sabes si Mauricio ya se fue, ¿Ya se retiro?

— ¿El señor Islas?, se me hace que sí, ya se retiro, ya ve que se fue bien apurado.

— De acuerdo, gracias por la información y por tu trabajo, nos vemos pronto.

— Hasta luego señor.

A paso firme procedió a dirigirse a la salida, recapitulando el día de hoy, desde la actuacion y el extraño comportamiento que su compañero había tenido, pasando a ignorarlo varios días consecutivamente y eso le preocupaba.

Y dicho en otras palabras le hería que se comportará así de indiferente con su persona, si se suponía que eran buenos compañeros y hasta buenos amigos pero no sabia que podría ser la causa de aquel comportamiento tan reacio por parte de Mauricio, ya mañana le preguntaría.

...

— ¡Buenos días! — dijo Fernando llegando puntual como siempre.

Cariño prófugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora