11 · Nos besamos

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– ¿Como? – dije nervioso, no me creía que acabara de decir eso.

– Lo que oyes Martin – por que mi nombre sonaba tan bien cuando él lo decía – seria capaz de besarte y lo peor es que me muero de ganas de hacerlo – sonrió y noté como su mirada pasaba de mis ojos a mis labios, lo que provocó que yo me humedeciera los labios por inercia.

Y supongo que esa fue la señal para que él se empezará a acercar a mi poco a poco hasta quedar a escasos centímetros de mis labios, tan escasos que si alguno de los dos decía una sola palabra era bastante fácil que nuestros labios se tocasen.

Lo note dudoso así que no pude evitar preguntar.

– ¿Qué te pasa?

– Que si te beso ahora no se si mañana me acordare y si no me acuerdo no quiero que nada se joda entre nosotros, no se lo que tenemos pero solo se que me encanta

– Simplemente hazlo – estaba lo suficientemente borracho como para no pensar las cosas antes de decirlas y para ser tan atrevido –

Dicho eso nuestros labios se juntaron.

Esos labios que tanto miraba cuando hablaba, que me encantaban cuando sonreía pero sobre todo los labios en los cuales mi nombre sonaba de una manera increíble, por fin estaba junto a los míos.

Tocar esos labios había sido como tocar el cielo y no me quería separar nunca de ellos.

Era un beso lleno de deseo, pero a la vez lleno de ganas, un beso en el que se podía notar que la amistad que había entre nosotros era mucho más que eso.

Sus manos viajaron de estar apoyados en la pared a ponerlos en mi cintura y las mías pasaron de estar a cada uno de mis costados a estar alrededor de su nuca.

Ese gesto hizo que el beso se profundizará un poco y que fuera uno de los mejores besos que me han dado en la vida, si ese beso lo tuviera que definir en una simple palabra diría: paraíso.

Nos separamos por la falta de aire y cuando el beso terminó me dio un pico, ese que hace que te tiemblen las piernas por la ternura que te da, pues ese mismo. No me creía que acabara de pasar eso, parecía un sueño y sinceramente si era un sueño no me quería despertar nunca.

Después de eso apoyó su frente contra la mía y sonrió, lo que provocó que yo también sonriera.

– Gracias – dijo él

– ¿Por qué? – dije sin entender

– Por dejar que te bese y dejarme bien claro que tu con un simple beso me has hecho sentir más cosas que lo que sentía cuando estaba en alguna relación con una chica – habló y yo reí – no te rías – dijo mientras reía

– Me río porque vas de no me importa nadie y no siento nada por nadie y en realidad eres como un osito amoroso – dije y sentí como me daba otro pequeño beso – ¿y eso? – sonreí

– Por que eres de las pocas personas que no juzgan sin conocer y de las pocas que aun que fui frío al principio estuvo cerca de mi sin importarle lo mal que lo pueda tratar

– Eso dale las gracias a Rus y Kiki, fueron ellas las que me dijeron que no me diera por vencido en llevarme bien contigo, ya que con ellas eras tu mismo

– Pues me alegro que te dijeran eso – dijo sonriendo – te voy a decir una cosa, ahora que estoy borracho y que no se si mañana me acordare, porque sino no te lo digo – dijo y reí

– Te escucho

– Al principio te trataba así porque cuando te vi ese día, el día que me choque contigo y se te cayo el café en mi camiseta – dijo y asentí – ese día, algo dentro de mí me dijo que no iba a ser la última vez que nos viéramos y algo dentro de mí me dijo que ibas a empezar a gustarme

Te voy a amar hasta morir •JUANTIN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora