Prólogo

6 2 0
                                    

-¡Abuela! ¡Abuela! -pregunta con insistencia mientras camina con gran velocidad.
-...
-¡Abuela! ¡Abuela! -levanta un poco más su voz.
-¿Me estás hablando? -pregunta la abuelita, regresando a la realidad después de una breve siesta.
-Sí abuelita, desde hace rato...
-¿Qué le pasó al gato? -Frunce las cejas a modo de confusión.
-No..., que te estaba hablando desde hace rato -aclara.
-Ah...- ríe a carcajadas-. Perdóname, Angelito. Ya sabes que estoy medio sorda...
-¿Medio...? -mira a su abuela y hace una mueca graciosa.
-¿Qué dijiste? -Gira su cabeza de forma brusca en dirección a su nieto.
-¡Nada abuelita! -sonríe proyectando los dientes hacia afuera y encorvando sus hombros en señal de arrepentimiento y pena.
-Bueno, bueno -dice con seriedad-. ¿Qué pasó? ¿Qué necesitas?
-Es que dijiste que me ibas a contar la historia... -duda un poco.
-¿Qué historia papito? -cambia su rostro a uno más amable.
-¡De cómo conociste a mi abuelo! -Se exalta un poco.
-¡Oh! -exclama sorprendida.
-¡Dale abuelita!, cuéntamela -dice con mayor insistencia-. Que ya me has dado muchos rodeos y por una u otra cosa nunca me la cuentas -Hace un puchero-. Y así como van las cosas con tu memoria... -sonríe en señal de broma y abraza a su abuela.
-Está bien, está bien, escuincle -lo mira con ternura-. Solo porque eres mi nieto favorito.
-¡Pero si soy el único nieto que tienes! -se queja haciendo ademanes.
-¡Ay! Ya lo sé Angelito. ¿Qué solo tú puedes bromear? -se ríe nerviosamente disimulando la verdad.
-Lo olvidaste. ¿No es así? -La mira y hace una pausa-. Bueno, no importa. Yo sé que, aunque tuvieras más nietos, yo sería siempre y para siempre tu favorito -la abraza.
-Gracias mi corazón -responde solo como una abuelita puede responder, con ternura y amor-. Y sí, así es.
-Bueno, bueno -interrumpe impacientemente-. ¿Ahora sí me vas a contar la historia?
-Muy bien Angelito -aplaude una vez para tener su atención-. Iré por mi diario -se levanta del sofá y se dirige a su habitación con lentitud, pero se detiene repentinamente -Pero primero prepararé un chocolate caliente y traeré unas galletitas -dice.
-¡No abuelita!, cuéntamela ¡ya! -rezonga con mucha insistencia.
-Oye muchacho este, no sea grosero...
-Perdóname abuelita, es que me desespero.
-La historia va a seguir allí.
-Sí, pero tú no...
-¡Óigame muchacho majadero! -increpa a su nieto.
-¡Ya!, discúlpame, no diré nada más -se arrepiente de haber alzado la voz.
-Mira, si quieres que te cuente la historia, va a tener que ser la historia completa, la larga. Y te vas a quedar sentado, aunque tus nalgas queden apachurradas -se carcajea.
-Sí abuelita, está bien -se ríe con ella.
-Muy bien muchacho, entonces iré por las galletas, permíteme cinco minutos, que no tardo nada.
-Está bien abuelita... -responde confiando en ella.

(60 minutos después...)

-¡Hijo! -lo llama desde la sala.
-¿Listo abuelita? -responde desde su cuarto.
-¡Sí! ¡Ven ya!
-Cuéntame abuelita... -llega casi volando a la sala.
-Muy bien, primero sírvete el chocolatito y unas cinco galletitas...
-¡Listo! -se mete dos de una vez a la boca.
-Pero Angelito, por Dios santo. Te vas a atragantar -le dice preocupada.
-...
-¡Ya ves! Ni puedes hablar -Lo mira un poco enojada.
-¡Listo! Ya lo tragué -le sonríe.
-Muy bien, volviendo al tema de interés... -lo mira y levanta las cejas-. Es tiempo de que conozcas la historia de Rebeca y Alejandro.
-¡Vaya, al fin! -se acomoda en el sillón.
-Pero no me interrumpas. Escúchala completa. Lahistoria dice así...

 Lahistoria dice así

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
EL CAFÉ DE LOS VIERNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora