Capítulo 7

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*Narra Jennifer Redmond*

El despertador empezó a sonar con una melodía distinta, estiré mi brazo para apagarlo, pero me di cuenta de que en mi mesilla no había nada. Abrí los ojos y recordé el día de ayer. Dios mío, había dormido con Grayson. Él estiró su brazo y apagó la alarma en su mesilla de noche. Seguidamente se giró y me miró con sus ojos azules, él también estaba confundido, pero estaba tan guapo recién levantado.

—Redmond—Dijo a forma de saludo, le sonreí. Aún estaba desnuda entre sus sábanas. Me dolía todo el cuerpo, me ardía todo el cuerpo. Probablemente tuviera varios golpes y la entrepierna me escocía como nunca. Pero lo de anoche había sido literalmente la mejor noche de mi vida.

—Señor Everhart—Susurré, él se pasó las manos por el pelo tratando de ordenar el desastre que este era. Él no lo admitiría, pero sabía que estaba cansado. Dudo que después de estar horas follando estuviera fresco como una lechuga y menos cuando apenas habíamos dormido cuatro horas.—¿Puedo ayudarlo en algo más?—Dije con la voz más sumisa que me salió. No me acostumbraba a ser así, me gustaba tener el control en mis relaciones, pero con él era todo diferente.

A pesar de haber dormido juntos, no nos abrazamos ni nada, cada uno mantuvo su espacio y eso en parte me tranquilizó, porque me dejó claro que me había dejado dormir en su cama por compromiso, no por nada más.

Grayson se acercó a mi y me pellizco uno de mis pezones. Aún estaban doloridos de anoche y pegué un pequeño brinco. Él sonrió al ver mi reacción, seguidamente se lo llevó a la boca y finalmente depositó un pequeño beso en este.

—Espero que esta noche estés recompuesta—Dijo Grayson y se levantó. No se molestó en ocultar su erección matutina, simplemente se quedó de pie, mirándome, desnudo—Tenemos reunión en una hora—Espetó—Te quiero en cuarenta y cinco minutos aquí de nuevo.

Me levanté de la cama, mientras él se metía en el baño, sin cerrar la puerta. Me quedé mirando por esta, como todos sus músculos se contraían mientras se inclinaba al lavabo para lavarse la cara y como su erección chocaba con la fría cerámica del lavabo, donde anoche me había follado. Durante unos segundos miré sus gestos naturales, la contracción de sus músculos, mientras se metía en la bañera. Y supe que era la hora de irme.

—Redmond—Escuché desde el baño—No me hagas esperar

Recogí mi bolso y pasé mi vestido por mi cabeza. La cremallera estaba rota, pero me daba igual. Después de lo que pasó anoche, valía la pena. Cerré la puerta y busqué la llave de mi habitación en mi bolso, cuando la puerta del ascensor se abrió y apareció un trabajador del hotel con un carrito.

—Buenos días señorita Redmond—Saludó—¿Ha pasado buena noche?—Asentí con la cabeza y él entró a mi habitación, aún con la cama hecha. Noté como en su cara se dibujaba una pequeña risa, pero la contuvo. No había mucho que sospechar, estaba saliendo de la habitación de mi jefe, sin bragas y con un vestido roto.—El señor Everhart me ha pedido que le traiga el desayuno, se lo dejo aquí.

—Muchas gracias—Dije y este salió de la habitación. Miré la bandeja y en poco tiempo devoré parte de la comida que había ahí. Miré la hora, quedaba media hora para la hora que había quedado con Grayson.

Me di una ducha rápida y puse algo de lencería color rosa pastel en mi cuerpo, miré mi cuerpo en el espejo, tenía algunas marcas de anoche, pero no me disgustaba, la más fuerte era el morado que tenía en el muslo, que se había tornado a un color gris oscuro, la acaricié. La primera vez que él apretó con fuerza, me dolía, pero luego el dolor se convirtió en excitación y cada vez que apretaba después me gustaba lo suficiente, para que mis pezones se apretaran.

Sometida a ti (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora