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Desperté por unos golpes horribles que estaban dando a mi puerta, ya que yo me había quedado dormido cerca de la puerta en el suelo.

Limpié las últimas lágrimas que quedaban en mis mejillas, me levanté del suelo sin ganas de nada, miré por la mirilla de la puerta y visualicé a un Lewis desesperado tratando de que le abriera. No se cuantos minutos haya tenido que esperar, pero le abrí rápidamente y justo cuando entró me abrazó muy fuerte mientras yo notaba que habían unas gotas de sudor corriendo por su frente.

—¿Ocurre algo? -hablé estando ronco.

—¿Que si ocurre algo? -preguntó el incrédulo. —Estaba tan preocupado por ti, llevo casi veinte minutos tocando la puerta esperando a que me abrieras y nada, enserio me diste un gran susto. -me volvió a abrazar y después de una patada cerró la puerta.

—Disculpa -respondí siguiéndole el abrazo y luego de un momento a otro me solté a llorar en sus brazos. Lewis caminó conmigo hacia el sillón y ahí estuve llorando en sus brazos por un largo tiempo mientras el me consolaba y trataba de tranquilizarme.

Al cabo de unas horas pude dejar de llorar pero realmente sentía que mi cabeza explotaría por el fuerte dolor de cabeza que sentía y mis ojos estaban completamente hinchados y rojos. Cuando me alejé un poco de el, me sonrió con su hermosa y única sonrisa.

—Podemos hablar del tema cuando estés listo -me dice.

—Gracias -traté de darle mi mejor sonrisa, porque no era culpa suya mi mal de amor.

—¿Ya cenaste? -me preguntó sonriente.

—Creo que sí -me acosté en el sillón reposando mi cabeza en sus piernas.

—Yo aún no, ¿puedo cocinarme algo? -preguntó educadamente.

—Adelante -respondí sin más.

...

Lewis se levantó del sillón para dirigirse a la cocina y empezar a cocinar las galletas caseras que eran las favoritas de Nico. Así haría que se sintiera mejor, porque Lewis realmente odia ver de esa forma a su mejor amigo, no le gustaba verlo lastimado, y menos si era por culpa de un idiota.

Minutos más tarde en el reloj marcaron las "10:49 pm" y al fin las galletas ya estaban y la cocina olía por completo a galletas con chispas de chocolate caseras, la receta secreta de Lewis.

Lewis se quitó el delantal y agarró el plato lleno de galletas para salir de la cocina y dirigirse al living donde se encontraba Nico, al llegar este antes mencionado se levantó de un salto del sillón desde que sintió el olor de las riquísimas galletas de su mejor amigo, esas galletas realmente lo ponían de buenas.

Lewis las dejó en la mesita de centro y regresó a la cocina por dos vasos de leche para tomar mientras se comían las galletas juntos.

Al regresar se encontró a un Nico comiéndose una galleta, sonrió para sus adentros ya que este antes mencionado parecía un niño pequeño mientras comía de su galleta, por la emoción que demostraba en su rostro. Se sentó a su lado y después acercó su rostro al del menor para después limpiar con su dedo pulgar unas migajas de galleta que se habían quedado en la comisura del labio inferior del menor. El le sonrió tiernamente a Nico y el le regresó la misma sonrisa y del mismo modo. Ese momento era de los dos, la estaban pasando muy bien y solo con comer galletas preparadas por el mayor los dos ya eran felices.

Cuando por fin terminaron su "cena" Nico vio los nudillos de Lewis y se dio cuenta que en estos había sangre que provenían de algunas cortadas de ahí mismo.

—¿Que te ocurrió? -preguntó preocupado el menor mientras tomaba las manos del mayor.

—No es nada -mintió el mayor.

—Estás sangrando y, ¿quieres que me crea que no es nada? -preguntó el alemán irónicamente.

—Fue cuando estuve tocando la puerta de tu casa, como estaba tan preocupado me desesperé y empecé a golpear muy fuerte, disculpa -le contó el rascándose la nuca nerviosamente.

—No te preocupes, es mi culpa por haberme quedado dormido -rió sintiendose culpable el menor.

—No es tu culpa, solo no te sentías bien como para abrir rápidamente -le dijo este.

—Resulta que me había estado engañando todo este tiempo -soltó el menor.

—Ese imbecil me las va a pagar -se levantó decidido a ir a darle una lección a Button por no valorar a su mejor amigo como lo merece.

—No vale tu tiempo -sostuvo su mano para instarlo a que se volviera a sentar.

—¿Como te diste cuenta? -preguntó el.

—Vi unos mensajes que su amante le había enviado -admitió el mientras recostaba su cabeza en el pecho del mayor porque tenía frío.

—¿De que se trataban esos mensajes? -preguntó el mayor interesándose más en el tema.

—El amante le decía que fuera hoy en la noche a su casa para follar duro -no le importó ser tan explícito.

—Oh ya veo -respondió el entendiendo un poco más.

...

Al llegar me había quitado mi bata de médico porque me había dado algo de calor, y como vi a Nico temblando decidí prestarsela.

—Me trajo un obsequio -soltó Nico de un momento a otro.

—Que malo de su parte ser tan infiel la verdad -opiné yo.

—Si -se levantó del sillón y se dirigió a la cocina por algo, al regresar traía una caja aterciopelada en sus manos.

—¿Ya sabes que hay dentro? -pregunté.

—No, ¿la abrimos juntos? -me preguntó incapaz de hacerlo por su propia cuenta.

—Claro -le sonreí demostrando que lo apoyaría y ayudaría en todo.

Al abrirla, nos encontramos con un anillo liso que por dentro tenía escrito la fecha en la que comenzaron a ser pareja.

A Nico empezaron a salirsele las lágrimas y no me pude contener, me paré del sillón, lo cargué en mis brazos y lo llevé hacia su habitación. Encendí las luces de la habitación y me quedé sorprendido al ver todo lo que había dentro. Nico se había esforzado demasiado como para que un imbecil como Jenson viniera a arruinarselo todo. Nico se aferró a mi cuello con sus manos y puso su rostro en mi pecho mientras yo continuaba con el en mis brazos. Apagué las luces de la habitación, cerré la puerta y me dirigí con Nico hacia alguna habitación de invitados o alguna que estuviera libre. Al llegar a esta lo acosté cuidadosamente en la cama, lo arropé y después le di un tierno beso en la frente.

—Duerme, mañana será un mejor día -le sonreí, me giré para caminar fuera de ahí pero el me detuvo sosteniendo mi brazo con su mano.

—¿Puedes dormir hoy conmigo? -preguntó el, se le veía muy vulnerable.

—Esta bien Nico -le sonreí amablemente.

Cerré la puerta de la habitación, me saqué los zapatos y me acosté a su lado para después apagar las luces.

—Buena noches -se despidió con voz algo entrecortada.

—Descansa Nico -sonreí para mis adentros. Volteó del lado contrario para empezar a dormirme y después de varios minutos sentí como los brazos de Nico me rodeaba la cintura y sentí como su cabeza estaba detrás de mi espalda. Se sentía muy acogedor, de hecho, a su lado me sentía completo y de una forma inexplicable. Pasaron varios minutos más y por fin logré consiliar el sueño.

Bestfriend; brocedes. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora